Hola ! Soy Kiersey , la escritora de esta novela , mi blog va a tratar sobre novelas pero tengo otro que es para subir fotos y noticias. Si tenéis alguna duda por favor ponédmelo por comentario y yo os responderé.

viernes, 24 de agosto de 2012

Ardiente Tentación: Capitulo 7

Capítulo 7: Que la noche no acabe

Me separé un poco para mirarlo, la punta de mi nariz rozaba la suya, tenía una expresión de placer en el rostro que me fascinaba, me satisfacía sobre manera ser yo la responsable de esos gestos. Quiso besarme y yo hice mi cabeza hacia atrás pero alcanzó a lamer mis labios. De pronto me envolvió en sus brazos y me hizo acostarme en la cama, me tomó de las muñecas y extendió mis brazos a los lados de mi cabeza, yo quise librarme de su prisión, pero no pude, me sonrió una vez más.

– Ahora es mi turno – susurró mirándome fijamente a los ojos.
– Pero… – su boca en la mía silenció mi protesta.
– Fue tu idea jugar rudo esta vez – dijo en mis labios y su aliento inundó mi nariz – prohibido tocar o prolongaré más la tortura – sentenció mientras se hincaba en la cama, yo me lamí los labios.

Subió mi camisa lentamente con sus manos en tanto acariciaba la piel que iba quedando al desnudo, besó y lamió mi abdomen, bajó hacia mi cintura, siguió subiendo la polera hasta descubrir mi sostén que era negro de encaje, sonrió al mirar la prenda y me dio pequeños besos en el nacimiento de los senos, me enderecé un poco y me quitó la camisa completamente. Se acercó a mis labios y los rozó con los suyos, cerré los ojos esperando recibir su lengua, pero, no llegó, quise tomar la iniciativa, pero se separo, con su lengua recorrió mi oreja, jugueteó un rato con mi lóbulo mientras sostenía mis manos para evitar que lo tocara. Después me quitó los zapatos y el pantalón y con sus dientes bajo mi ropa interior, primero de un lado y después del otro, yo ya estaba completamente excitada, mi respiración era pesada y jadeaba al sentir sus caricias, ya lo necesitaba dentro de mí, él lo sabía, pero me estaba llevando al extremo, terminó por quitarme el tanga y después el sostén.

Me hizo acostarme boca abajo, hizo a un lado mi cabello y me besó uno de mis hombros, fue dejando besos hasta llegar al otro hombro y después bajó besando y lamiendo a lo largo de mi columna vertebral mientras sus dedos se deslizaban suavemente por toda mi espalda y por mis costados, yo estaba completamente húmeda y vuelta loca por querer sentirlo dentro de mí. Me besó la cintura y con las yemas de sus dedos acarició lentamente mis nalgas y bajó a mis muslos.

– Por favor – dije en un susurro suplicante.
– Por favor, ¿qué? – musitó en mi oído mientras sus dedos acariciaban mis brazos.
– Ya fue suficiente tortura – respondí con un hilo de voz.
– ¿Y qué es lo que quieres?, – preguntó en mi oído mientras frotaba su sexo contra mis nalgas – dímelo – agregó exhalando en mi oreja.
– Deja de jugar ya, hazme tuya.
– ¿Quieres que te haga mía ahora?
– Sí… te lo suplico.
Sentí que se levantó de la cama, yo entré en pánico, me di la vuelta y me enderecé, lo vi sacando un condón de su pantalón y poniéndoselo mientras yo me acosté boca arriba, él se subió a la cama, yo abrí las piernas, dándole la bienvenida a disfrutar de mi cuerpo, pero, él otra vez volvió a torturarme y sólo me frotaba muy suavemente, mientras yo me retorcía porque se introdujera de una vez por todas.

– Basta de juegos, ya no soporto – supliqué casi con lágrimas en los ojos.
– ¿Qué es lo que no soportas? – preguntó colocando su cuerpo encima del mío.
– Lo que estás haciendo, necesito tenerte dentro ahora – ordené.
– ¿Me extrañaste? – preguntó entrando en mí finalmente de un tirón.
– Sí – grité cuando su masculinidad cubrió todo mi interior.
– ¿Cuánto? – preguntó con la voz distorsionada moviéndose afuera y adentro.
– Mucho – apenas y pude responder entre gemidos.
– ¿Mucho? – repitió mientras disminuía el ritmo de sus movimientos.
– Muchísimo – exclamé tratando de alcanzar su rostro para besarlo.
– Demuéstrame que tanto.

Entonces, lo aprisioné con mis piernas y empecé a moverme rápidamente, sus manos las tenía a mis costados apoyadas en la cama, yo subí las mías y las puse en su espalda apretándosela con cada movimiento que se iba intensificando, no sabía cómo definir los sonidos que escapaban de mi boca, por la intensa excitación de sentirlo dentro, como entraba y salía de mí mientras él gruñía, tenía las mismas ansias y la misma necesidad que yo. Hizo los movimientos finales para llegar al orgasmo al mismo tiempo que yo y gritamos juntos, se dejó caer encima de mí y así se quedó un buen rato sin retirar su miembro de mi interior, que se lo agradecí infinitamente.

Esa noche lo hicimos de diversas formas, con urgencia, no quedó un solo centímetro de mi cuerpo que no haya quedado cubierto por sus besos y sus caricias y, entonces, comprendí que no importaba cuanto luchara, yo lo necesitaba y no podía dejarlo, no cuando me brindaba todo ese universo de posibilidades que ni siquiera mi mente retorcida podía crear, era completamente adicta a él y no me importaba nada con tal de seguir disfrutando de su cuerpo, de sus besos y de sus dedos acariciándome, me declaré vencida y no iba a volver a alejarme de él.

Una vez más colapsamos juntos, nuestros cuerpos estaban repletos de sudor, nuestras respiraciones erráticas y el pulso hasta las nubes. Se acostó a un lado de mí mientras su ritmo cardiaco y su respiración regresaban a la normalidad al igual que los míos, nos quedamos en silencio mirando hacia el techo, yo estaba buscando la forma de preguntarle si él era quien me había llamado cuando un fuerte trueno se escuchó seguido de una intensa lluvia, yo me abracé a él sin poder evitarlo.
– ¿Te asustan las tormentas? – preguntó extrañado.
– Sí, desde niña – respondí con toda la vergüenza del mundo, algo completamente absurdo después de todo lo que habíamos hecho, quizá por eso me sentí tonta al admitir mi temor.
– No pasa nada, la lluvia es algo muy normal, vital para la vida, además, no estás sola.
– Lo sé, es sólo que – recordé las famosas reglas y guardé silencio – no importa.
– Tranquila, me quedaré aquí hasta que pase – dijo acariciando suavemente mi hombro.
– ¿De verdad?
– Sí, no traigo coche y no quiero mojarme.

Mi ilusión se desvaneció en el aire, por un segundo pensé que se quedaría sólo por hacerme compañía, pero supuse que eso rompería la regla de los lazos afectivos, así que me separé de él y me volteé dándole la espalda, me abracé a la almohada hasta que me quedé profundamente dormida.

Un ruido me despertó, me pareció que era la puerta al cerrarse, pero al enfocar mi vista en ella no había nadie, miré mi reloj y eran las 10:45 de la mañana, entonces me levanté a toda prisa de la cama y cuando terminé de vestirme caí en la cuenta de que era sábado, sola me reí y moví la cabeza. Tomé mi bolso de la mesa y me encontré otra nota escrita en computadora “Recuerda que después de la tempestad viene la calma, la vida es un equilibrio y no podemos ir en contra de eso”, volví a leerla varias veces, no comprendí el mensaje de trasfondo si es que lo había, la guardé en mi bolso y salí de la habitación, no sin antes voltear hacia la cama y recordar lo que había pasado en ella, el desorden era prueba fiel de la noche más desenfrenada y placentera de mi vida, una amplia sonrisa apareció en mis labios y salí rumbo a mi departamento.

Tomé un largo baño, mientras imágenes de lo sucedido la noche anterior se repetían, sus besos, sus gemidos, sus caricias, todo lo tenía tatuado en mi mente y en mi piel, me sentía satisfecha como nunca antes y estaba decidida a seguir con él, no podía renunciar a todo lo que me hacía sentir, quizá con el tiempo se olvidaría de las reglas y me mostraría quien era en realidad, pero, extrañamente, yo no estaba muy segura de que él supiera quién era yo, me asustaba la idea de que no le agradara ___, la chica correcta y de futuro prometedor en el mundo de la publicidad y ese pensamiento me llevó a Brandon, aún lo amaba, él me completaba de una manera muy diferente, pero en ese instante no quise pensar más, recordé las palabras de Victoria: “disfruta del momento sin pensar en el después” y eso era lo que iba a hacer.
Después de lavar la ropa y medio recoger el departamento, me tumbé en el sillón a ver televisión, aún tenía un par de horas antes de arreglarme para ir a cenar con Brandon, Victoria y su esposo. Fui cambiando de canal en canal y en uno encontré el anuncio de una nueva marca de ropa juvenil que lanzarían próximamente y de la que nosotros nos estábamos haciendo cargo de promocionar, ese comercial lo habíamos hecho en la agencia y siempre me gustaba ver lo que hacíamos. De repente, el cansancio me venció y me quede ahí dormida, cuando abrí los ojos me di cuenta que pasaban de las seis, tenía el tiempo justo para arreglarme, al levantarme del sillón sonó el teléfono, me recargué en el respaldo y lo contesté.

– Hola.
– Hola mi amor, ¿cómo estás? – exclamó Brandon de lo más amoroso.
– Bien, ¿y tú?
– Extrañándote.
– Yo también – dije tratando de sonar sincera.
– Amor, te tengo dos noticias, una buena y una mala, ¿cuál quieres primero?
– A ver, empecemos con la buena.
– Tengo dos pases para el juego de los Gigantes de Nueva York del próximo lunes, en palco preferencial, ¿qué tal, eh?
– Grandioso, sabes que me encanta el futbol americano – exclamé sarcástica.
– Te gustaba cuando íbamos en la escuela, cariño.
– Pero, sólo porque jugabas tú – él formaba parte de la línea ofensiva.
– Vamos, será divertido, además hace mucho que no vamos a un partido de nada.
– Si cierta persona no fuera adicta al trabajo podríamos ir con más frecuencia.
– Por eso ahora que está la oportunidad te estoy invitando.
– Está bien, vayamos al partido y, ¿cuál es la mala noticia?
– Que no alcance vuelo para hoy y no podré llegar a la cena, perdón y dale mis disculpas a Victoria y Mauricio
– Está bien, no te preocupes – dije mientras pensaba que esa invitación al partido no era por nada, él ya sabía que nos dejaría colgados en la cena.
– Te mando muchos besos, te llamo cuando llegue mañana, recuerda que te amo.
– Yo también, cuídate.

Moví la cabeza mientras caminaba a mi habitación, no sabía que pensar, quizá por mis propias culpas pero empezaba a dudar que Brandon en realidad estuviera trabajando, cada vez eran más frecuentes esos viajes de fin de semana, de hecho en el último mes y medio no había estado conmigo ningún viernes ni sábado, pero si era así yo no tenía nada que recriminarle. Saqué mi ropa del armario y comencé a vestirme.
Eran las cinco de la tarde del lunes cuando me llamó Brandon para decirme que estaba a tres calles de mi oficina para irnos al partido y le dije que lo veía en la entrada del edificio. Apagué el ordenador, estaba por tomar mi bolso del cajón cuando sonó mi telefono y casi me da un paro cardíaco cuando vi de quien se trataba, no podía ser cierto, no, justo hoy, ¿por qué el destino se empeñaba en jugar conmigo?

– Hola – respondí con el corazón latiéndome a toda prisa.
– ¿Estás libre esta noche? – dijo de la forma más endemoniadamente sexy haciéndome dudar.
– No… lo siento, un… compromiso previo – no podía cancelarle a Brandon , debía estar ya afuera esperándome y no tenía ningún pretexto que ponerle, sería exponerme demasiado a que se enterara de la verdad.
– Entiendo – exclamó serio.
– ¿Podría ser mañana? – pregunté con pánico.
– Quizá… buenas tardes.

Y colgó sin que yo pudiera decir más, me golpeé en la frente con el movil, era la primera vez que él me llamaba y yo no estaba disponible, aunque después vinieron a mi mente las palabras que Victoria me había dicho el sábado cuando Mauricio fue al baño, “que no sepa que te tiene en sus manos amiga, date a desear y no siempre estés disponible para él”, claro que ignoraba que era yo quien lo llamaba, así que suspiré mientras caminaba al ascensor, después de todo Victoria tenía razón.

En el trayecto hacía el estadio no hablamos mucho, a Brandon le sonaba frecuentemente el movil por cuestiones de trabajo y yo iba cruzada de brazos pensando en lo que podría estar haciendo en ese momento en lugar de estar atrapada en ese coche , suspiré y miré por fuera de la ventanilla hacia el cielo.

Llegamos al estadio y después de estacionar el auto caminamos a nuestros lugares, era un palco privado y me dio una perspectiva completamente diferente de lo que era asistir a presenciar un partido en vivo. Había una mesa larga con mantelenes, botellas, sodas, refrescos y una enorme hielera atestada de cervezas, un par de camareros nos llevaron a nuestro lugar, brandon saludó y me presentó a las personas que ya había ahí. Nos ofrecieron de beber y, aunque no me gustaba mucho, pedí una cerveza y Christopher un whisky en las rocas, tomamos nuestros lugares y el partido dio inicio.

– Impresionante, ¿verdad? – me dijo él muy orgulloso.
– Sí, la verdad es que sí, ¿quién te consiguió los pases?
– Brandon, que bueno que sí pudiste venir, viejo – se escuchó una voz familiar que me hizo quedarme congelada en el asiento sin voltear.
– No podía desaprovechar la oportunidad – respondió mientras se ponía de pie y lo abrazaba fraternalmente – mira, te quiero presentar a mi novia, ven amor.

Levanté la cara lentamente, quizá podía tratarse de un juego de mi mente como la vez anterior, pasé saliva y al girar mi cuello completamente hacia la derecha mis ojos se toparon con su mirada topacio, el desconocido estaba justo ahí, parado al lado de mi novio con su gran sonrisa en el rostro y yo sentí que todo me daba vueltas. Brandon me extendió la mano y gracias a eso pude ponerme de pie torpemente.

– Cariño, te presento a Justin Bieber , uno de los inversionistas más jóvenes y exitosos del país – su mirada estaba clavada en mí sin inmutarse en lo absoluto – ella es ___, hermosa, inteligente y talentosísima mujer del mundo de la publicidad y, lo mejor, es la dueña de mis quincenas – bromeó Brandon mientras me abrazaba sosteniéndome de un hombro y yo me sentía desfallecer.



Ardiente Tentacion: Capitulo 6

Capítulo 6 : Arrepentimientos

A lo lejos escuchaba sonar mi movil, levanté mi mano hacia la mesita de noche, pero no lo sentí, entonces abrí los ojos y me enderecé un poco, me di cuenta que seguía en la habitación del hotel, no supe en qué momento me quede dormida, ni siquiera me di cuenta cuando él se levantó de la cama. Me levanté ya que el movil estaba dentro de mi bolso y cuando llegué a él había dejado de sonar, entonces un papel doblado estaba sobre la mesa, lo tomé y lo abrí, “Espero que hayas disfrutado de la comida tanto como yo”, decía con letra de ordenador, una enorme sonrisa apareció en mis labios, pero, me sobresalté al escuchar de nuevo mi movil, era Olivia en el identificador.

– ____, ¿dónde estás?, son las diez de la mañana y la junta con el nuevo cliente es a las once, Scott está desesperado porque no encuentra la presentación y tenemos horas buscándote, estaba a punto de marcar al 911.
– Estoy bien, sólo que me quede dormida y no escuché el despertador.
– Pues date prisa antes de que a Scott le dé un infarto y de paso a mí por estar escuchando sus gritos, prepárate porque te espera un fuerte regaño.

Me vestí a toda prisa y salí corriendo de ahí, afortunadamente un taxi iba pasando y lo tomé de inmediato, le indique la dirección de mi departamento y cuando arrancó me di cuenta que había dejado la nota sobre la mesa. Llegué y me di una ducha de cinco minutos, me puse el primer traje que alcancé con la mano, me cepillé rápidamente el cabello después de vestirme y salí disparada, en el taxi me maquillé.

Casi me caigo en las escaleras de la entrada del edificio por las prisas, pero logré detenerme del muro. Apreté el botón del ascensor mientras miraba mi reloj, eran 11:10 am. Las puertas se abrieron y salió un mar de gente, cuando estuvo ya vacío, me subí y apreté el botón del piso siete, pero en el piso dos se detuvo, entró un señor, volvió a detenerse en el piso tres y subieron dos chicas más, en el piso cinco bajo el señor y entro una señora de limpieza. Genial dije para mis adentros, cuando más prisa tiene uno es cuando todo se pone lento. Finalmente llegué a mi destino y salí rápidamente, acomodé mi pelo aún mojado.

– Vaya, hasta que llegas, el cliente ya está aquí y Scott está furioso.
– Perdón, es que no dormí bien anoche.

Entré a mi oficina y del cajón del escritorio saque el cd con la presentación y caminé a paso veloz a la oficina de mi jefe. En el umbral de la puerta mi corazón se detuvo cuando vi a un hombre con traje negro, era alto, delgado, de cabello corto y un poco alborotado que estaba parado de espaldas a mí y frente a mí jefe.

– Aquí viene mi colaboradora estrella – exclamó Scott cuando me vio cruzar por la puerta.
– Buenos días, perdón por la tardanza – dije nerviosa con un hilo de voz.

El hombre se dio la vuelta para mirarme y sentí que un frío recorrió mi espalda.

– Sr. Mccan, le presento a ____ , la persona encargada de llevar su cuenta.
– Mucho gusto – dijo sonriente extendiéndome la mano.
– Igualmente – contesté estrechándosela.

El alma me volvió al cuerpo cuando me di cuenta que no era mi desconocido, suspiré aliviada y, entonces, caí en la cuenta de algo en lo que no había pensado, ¿existiría la posibilidad de que algún día me lo encontrara en la calle con los miles de habitantes que hay en esta ciudad?, ¿su trabajo tendría que ver con la publicidad?, sacudí la cabeza para librarme de esos pensamientos y me senté al lado del cliente.

La junta transcurrió de lo más normal, el Sr. Mccan quedó bastante satisfecho con la presentación y nos indicó que necesitaba la campaña para el viernes por la tarde. En cuanto salió de la oficina, el corazón se me volvió a acelerar porque no había nada que me salvara del regaño de Scott y lo confirmé cuando cerró la puerta, ya que siempre la tiene abierta salvo cuando está con un cliente o cuando no quiere que los demás escuchen lo que tiene que decir. Caminó en silencio de regreso para sentarse frente a mí y coloco ambos brazos en la orilla del escritorio.

– Felicidades _____, la presentación estuvo estupenda como siempre.
– Gracias – respondí tímidamente mientras le daba un sorbo a mi vaso de agua.
– Pero, eso no te salva de que tengamos una charla tú y yo, sabes que te aprecio ____, eres una gran chica y además eres comprometida con tu trabajo y precisamente eso es lo que me preocupa, ¿qué pasa contigo?, la semana pasada llegaste tarde, no te dije nada porque fue un día después de tu cumpleaños y bueno, puede ser comprensible, pero hoy te retrasaste más de dos horas, no me dejaste la presentación y la tenías guardada con llave, no respondías el movil y no te reportaste para, al menos, saber que estabas bien.
– Perdón, te podría dar miles de excusas, pero la verdad fue que me quede dormida, anoche no dormí bien y mi celular estaba dentro de mi bolso y no lo escuchaba.
– Agradezco tu honestidad, eso es lo que me siempre me ha gustado de ti, pero aparte de eso, te noto extraña, has estado distraída, ausente, ayer confundiste los slogans de unas marcas que no tienen nada que ver entre sí, ¿tienes problemas ____?, sabes que puedes confiar en mí.

Me quedé en silencio, ¿qué iba a responderle?, que estaba perdiendo la razón por un extraño que me hacía suya de cuanta forma se le ocurría y que eso aumentaba más y más mi ansiedad de querer estar con él, que mi mente viajaba y fantaseaba con las ideas más inverosímiles que se me ocurrían con él, que a todo lo que había a mi alrededor le estaba encontrando un lado sexual que posiblemente ni tenía, que había descubierto una ____ sensual, traviesa, coqueta y sin inhibiciones que desconocía que existía y que sólo ese hombre desconocido hacía surgir, que me hacía sentir mujer como nadie lo había hecho jamás. Tomé un respiro antes de hablar.

– Creo que es una crisis post–cumpleaños – respondí deseando que me lo creyera.
– Niña, eso déjalo para mí que estoy a punto de cumplir 40 años, tú tienes 23, hasta podrías ser mi hija.
– Sí, pero, bueno, a mi edad mis papás ya se habían casado y yo ya había nacido – yo no deseaba eso, pero fue lo único convincente que se me ocurrió decir.
– Y por eso ahora están divorciados, tienes una larga vida por delante ____, eres brillante en tu profesión y tienes mucho futuro ahí, el matrimonio y los hijos vendrán después, todo en su adecuado momento.
– Lo sé, supongo que me entró un poco de depresión por estar sola en mi cumpleaños – dije mientras pensaba que fue lo mejor que pudo haberme pasado – pero, te prometo que a partir de hoy seré la misma chica responsable de siempre, no más llegadas tarde ni divagaciones en horas de trabajo.
– Tampoco quiero un robot _____, sólo quería asegurarme de que estuvieras bien.
– Y lo estoy, mejor que nunca, ¿puedo irme a mi oficina?
– Anda, que tienes mucho trabajo.

Me dirigí a mi oficina y Olivia me siguió para saber el reporte de la mini charla que había tenido con mi jefe, entramos y ella cerró la puerta y se sentó frente a mí mientras yo daba la vuelta al escritorio para ocupar mi lugar.

– ¿Qué te dijo Scott?
– Que estaba preocupado por mí porque últimamente llego tarde y ando distraída.
– ¿Y tú qué le dijiste?
– Que era una crisis por mi cumpleaños.
– Sí, claro, pero a mí sí me vas a decir la verdad.
– No tengo nada, sólo estoy saturada de trabajo y por lo mismo anoche no pude dormir, estoy estresada por el coctel que tendremos mañana, aún faltan detalles, por cierto, tenemos que ir al salón a checarlos.
– Sí, en verdad es un evento importante el de mañana, pero tú estás rara desde tu cumpleaños, algo sucedió ese día que no sé porque no me lo quieres decir – abrió los ojos como platos y se llevó las manos a la boca – Brandon al fin te pidió matrimonio, por eso andas así, toda nerviosa y ansiosa, te dio tiempo para pensarlo y por eso aún no traes puesto el anillo, mala amiga, con que ocultándome información.
– Que buena imaginación tienes Olivia, Brandon no me ha dado ningún anillo ni me ha pedido nada, ¿no recuerdas que me dejó plantada el día de mi cumpleaños?
– Bueno, es que no encuentro otra razón para tu repentino cambio, obviamente no se trata de un amante, no te atreverías a engañar a Brandon y menos con lo…
– Perfecto que es – la interrumpí porque ya me sabía esa línea de memoria – ¿tan aburrida soy?, como para no buscarme un amante que me entretenga mientras mi novio no está – ¿eso era en realidad ese extraño para mí?, ¿sólo un pasatiempo para mitigar mi soledad?, y si era eso porque cada día que pasaba anhelaba y deseaba más y más estar con él sin importarme lo demás.
– No eres aburrida ____, simplemente eres una chica con valores que ama a su novio y que jamás haría algo que pudiera dañarlo – se levantó de la silla – ¿a qué hora vamos al salón?
– Después del almuerzo.
– Vale, entonces iré por mi bolso porque ya sólo faltan cinco minutos para la una.
Hoy hacía exactamente tres semanas desde mi último desliz, me había costado trabajo resistirme, tenía que reconocerlo, había noches en las que flaqueaba y tomaba el movil pero me obligaba a mí misma a ver la fotografía que nos tomaron a Brandon y a mí en Disneylandia para tomar valor y evitar llamar al extraño. Curiosamente Brandon se había dado más tiempo para estar conmigo, cenábamos juntos tres veces a la semana y todos los domingos habíamos ido al cine y entonces me sentí más culpable, porque si él estaba teniendo ese comportamiento es porque había notado algo raro en mí.

Esa noche me encontraba viendo el televisor en mi habitación, era viernes y a pesar de que eran las ocho yo ya estaba en pijama. Mi movil sonó y lo tomé de la mesa de noche, el identificador señalaba “número restringido”, eso me llamó mucho la atención, pero pensé que podría ser algún cliente de la agencia llamando de un Nextel, así que contesté. “Hola, buenas noches”, dije amablemente y me respondió el silencio, no se percibía ningún ruido, “hola, ¿hay alguien ahí?”, pregunta tonta porque evidentemente alguien me había marcado y debía sostener un teléfono del otro lado. Y, de pronto, escuché un suspiro que me erizó hasta la punta del último cabello seguido por el tun, tun, tun que indicaba que había colgado.
Mi corazón se había disparado y me quedé como ******* viendo fijamente mi movil, en espera de que volviera a sonar, pero nada. Me levanté bastante inquieta de la cama y empecé a caminar de un lado a otro de la habitación, como león enjaulado, ¿sería posible que fuera él buscándome?, ¿me habría echado de menos?, ¿significaba yo algo para él por mínimo que fuera? Habían pasado 15 minutos y yo seguía con el celular en la mano caminando, miré al televisor al que hacía rato no le hacía caso y una pareja se besaba intensamente en una teleserie y, dejé que la debilidad ganara la batalla, nerviosa busqué su número y lo llamé, después de cuatro timbrazos escuché de nuevo esa voz que me hacía perder la noción de todo.

– Hola – dijo sensualmente alterando todo mi ser.
– ¿Estás libre esta noche? – pregunté con el alma en un hilo.
– ¿Lo estás tú? – preguntó confundiéndome.
– ¿Acaso es un reclamo? – respondí seria.
– De ninguna manera, sabes que así no funciona.
– ¿Entonces nos podemos ver?
– Sí, en una hora en el lugar de siempre – dijo después de unos segundos en silencio
Colgué y me quité el pijama inmediatamente, fui al armario y, como hacía frío, tomé unos pantones, una camisa ajustada y una chaqueta negra, me recogí el pelo en una coleta, me maquillé ligeramente y me puse perfume. Tomé mi bolso y salí del departamento.

Crucé el lobby y lo vi parado al lado de los ascensores, vestía también unos vaqueros y un suéter azul, le sonreí nerviosa y él me devolvió la sonrisa, como era su costumbre me ofreció su brazo y en cuanto lo tomé presionó el botón del ascensor.

– Buenas noches – dijo con esa hermosa voz aterciopelada.
– Buenas noches – respondí sintiendo como mi cuerpo temblaba.

Subimos y el ascensor se detuvo en el piso dos, subieron tal cantidad de personas que se llenó, yo estaba parada delante de él y sentía su cuerpo pegado al mío que, aunado a su delicioso aroma y al movimiento propio del ascensor, provocó que mi cuerpo empezara a reaccionar. Él ladeo ligeramente la cabeza para exhalar justo en mi oreja y en ese momento la excitación aumento al máximo, ¿cómo se atrevía a tentarme de esa manera?, en un ascensor lleno de gente y con una cámara que grababa todo.

Finalmente bajamos en el piso 15 y parecía que él estaba empeñado en torturarme porque camino lentamente por el largo pasillo, con sus manos dentro de los bolsillos de sus cqueris aunque de igual forma me ofreció su brazo y yo se lo acariciaba suavemente mientras caminábamos.

– Permíteme unos minutos, necesito pasar primero al baño – señaló mientras deslizaba la tarjeta para que la puerta se abriera.

Yo asentí con la cabeza mordiéndome el labio inferior, así que me quede parada en la mitad de la habitación, esperando. Pasaron cinco minutos y no salía, definitivamente me estaba torturando, así que decidí devolverle la jugada. En cuanto salió me dio la sonrisa traviesa que me encantaba y se acercó a mí, levantó sus manos para tomar mi rostro pero yo se las tomé de las muñecas impidiéndoselo, me miró confundido y entonces lo besé con ansias, prácticamente devorándolo, como había extrañado su sabor, su lengua desenfrenada moviéndose y frotando la mía con la misma desesperación que yo sentía, quiso escparse y entonces rompí el beso.

– Esta noche será a mi manera – susurré sensualmente en su oído.
– ¿Ah, sí?, ¿y qué tienes en mente? – preguntó mirándome fijamente a los ojos.
Le sonreí mientras lamía su cuello, su fuerza era mayor a la mía y logró soltarse, pero yo le aventé los brazos para evitar que me tocara en tanto mordisqueaba suavemente su cuello, empecé a levantar su suéter y él levanto las manos y se lo quité, traía una polera demasiado ajustada que marcaba perfectamente su anatomía, se la levanté un poco y comencé a lamerle el abdomen, él quiso poner sus manos en mis hombros y nuevamente se las quité, un jadeo escapó de sus labios, el juego estaba funcionando y sonreí mientras seguía lamiendo su torso al tiempo que subía la camisa hasta que se la quite por completo.

Volví a sonreírle y lo tiré a la cama, él se mordió el labio, yo me hinqué y le quité los zapatos y los calcetines. Después desabroché el cinturón y el pantalón que también le quité al igual que su ropa interior, me lamí los labios al ver su erección, en verdad lo había echado muchísimo de menos. Lo tomé con una mano y empecé a darle placer con mi boca, sus gemidos se intensificaron, yo seguía impidiéndole que me tocara y, rendido, se acostó en la cama mientras mis labios viajaban a lo largo de su erección hasta que sentí que estaba a punto de terminar, me detuve y me acerqué a sus labios que bese frenéticamente mientras mi mano acariciaba su masculinidad hasta hacerlo llegar al clímax segundos después.



martes, 26 de junio de 2012

Ardiente Tentacion: Capitulo 5


-Aún no tengo suficiente de ti-

Estaba petrificada mirándolo, sus labios rozaron los míos y su aliento embriagador inundó mi boca hasta la garganta, mientras mi mente trataba de procesar su propuesta. Con un dedo recorrió mis labios sin quitarme la vista de los ojos.

– Anda, compláceme, quiero ver como lo hiciste – pidió de nuevo.

Entonces se sentó en la orilla de la cama, yo sentía que mi corazón se me salía por la boca, nunca antes había experimentado algo así, pero, él lograba sacar una parte de mí que desconocía que tenía, así que le sonreí seductoramente y comencé a desabrochar mi blusa mientras las yemas de mis dedos acariciaban la piel que iba quedando al descubierto. Él tenía sus ojos fijos en mí y esa era razón suficiente para estar excitada.

Le di la espalda y bajé la blusa de un lado, desnudando uno de mis hombros, después bajé la otra parte y acaricié mi otro hombro, finalmente me quité la blusa y la tiré al suelo, desabroché el sostén y me lo quité. Me di la vuelta con mis manos sobre mis senos que impedían verlos, me los acaricié con los dedos pulgares sin quitarle los ojos de encima, me masajeé los senos y después jugueteé con mis pezones apretándolos un poco y él colocó su mano sobre el bulto que se le marcaba en el pantalón, yo le sonreí, me agradaba demasiado ver que yo era la causante de esa erección. Nuevamente le di la espalda y bajé el cierre de mi falda que instantes después cayó al suelo, dejando a su vista mis nalgas con un sutil tanga de encaje que comencé a bajar lentamente
Una vez completamente desnuda me senté en el sillón frente a él, que ya se había librado de la prisión de su pantalón y acariciaba su erección, eso me impulsó y me acaricié el cuello, mi mano bajó por entre mis senos, pasó por mi estómago y finalmente se colocó en mi parte más intima, me arqueé un poco mientras me frotaba con dos dedos que después inserté y saqué en repetidas ocasiones ya jadeando, cerré los ojos al sentir que casi llegaba al orgasmo cuando, de pronto, él me detuvo, evitando que eso sucediera. Tomó mis dedos y se los llevó a la boca, los chupó unos instantes, después soltó mi mano y vi como se colocaba el condón, se colocó sobre mí y se introdujo de un tirón, emití un grito al sentirlo dentro con esa fuerza, sus manos sostenían mis piernas a la altura de las rodillas mientras entraba y salía de mí fuertemente, gimiendo al igual que yo, su expresión retorcida me fascinaba y entonces lo detuve obligándolo a salir de mí, me miró confundido.

– ¿Qué haces? – preguntó con la voz entrecortada.
– Lo que me pediste, complacerte – susurré en su oído.

Hice que se sentara en el sillón y yo me senté encima de él, hincada son las piernas abiertas, absorbiendo su miembro en mi interior, él puso sus manos en mi cintura, pero, yo las retiré y las entrelacé con las mías colocándolas a un lado de él, impidiéndole que me tocara, él me miró fascinado mientras yo me movía libremente lamiendo su cuello y después gimiendo en su oreja, asegurándome que mi aliento le llegara al interior. Comencé a moverme con más velocidad, faltaba poco para llegar al éxtasis y juntos lo alcanzamos emitiendo un gemido bastante audible. Me dejé caer sobre su hombro y le solté las manos. Emití otro gemido que no pude evitar y él soltó una risita. Me senté a su lado con las piernas temblorosas recuperando poco a poco mi respiración normal, de pronto un gruñido proveniente de mi estómago hizo que me avergonzará.

– El ejercicio intenso provoca hambre – dijo sonriendo.
– Sí, la falta de alimento también, hoy no comí porque… – él arqueó una ceja y entonces recordé las reglas, estaba a punto de dar más información de la necesaria – no me dio tiempo – terminé diciendo.
– Bueno, podemos pedir servicio a cuarto.
– ¿A esta hora? – pregunté sorprendida, calculé que serían cerca de las diez de la noche.
– En este hotel hay servicio las 24 horas.
Se levantó del sillón y lo miré caminar desnudo, tenía un cuerpo muy bien tonificado, supuse que hacía ejercicio. Tomó el teléfono y digitó tres números, se volteó hacia mí.

– ¿Qué quieres? – preguntó y después le dijo a quien le respondió que esperara.
– No conozco el menú de aquí, ¿alguna sugerencia?
– Hamburguesa, son lo mejor.
– Vale, una, pero las papas en otro plato, por favor… gracias.

Me miró algo extrañado mientras le repetía a su interlocutor lo que yo le había dicho y pidió otra hamburguesa sin cebolla y dos zumos, entonces, la sorprendida fui yo, no imaginé que fuera a acompañarme. Colgó el teléfono y se acostó sobre la cama, tomó el control remoto y encendió el enorme televisor de pantalla plana, yo me metí al baño a lavarme las manos.

Me miré al espejo, tenía en el rostro una amplia sonrisa, él surtía un efecto en mí bastante poderoso, todo de él me afectaba, su olor, su sabor, su cuerpo. Recordé las reglas y decidí quedarme ahí mientras llegaba la comida, preferí eso a salir y soportar su indiferencia. Minutos después salí envuelta en una toalla, no supe porque, pero me daba vergüenza que me viera desnuda si no estábamos teniendo relaciones, él tenía puesta una bata blanca con el logotipo del hotel y estaba sentado frente a la mesa, las hamburguesas ya habían llegado, así que recorrí la silla frente a él y me senté y empecé a comer mientras él hacía lo propio y me miraba.

– Son ricas, ¿verdad? – preguntó y después se comió una patata,
– Sí, tienen un sabor especial.
– Receta secreta de la casa.

Le sonreí mientras le daba otra mordida a mi hamburguesa, era tan extraño todo eso, de pronto, sentí que su pie acariciaba mi rodilla, cerré los ojos en automático, no podía controlarme cuando sentía su piel rozar la mía, abrí los ojos y me sonreía traviesamente, decidí seguirle el juego, así que tomé la patata más larga que vi, hice mi cabeza hacia atrás y la introduje completa en mi boca, él frunció el ceño encantado y se mordió el labio inferior mientras yo masticaba la patata lentamente, su pie seguía acariciando mi pierna de la rodilla hacia abajo, abrí un poco las piernas y me deslicé un poco en la silla para que él pudiera alcanzar la parte interna de mi muslo, tomé la hamburguesa y la mordí suavemente, tratando de que pareciera sensual, él me miraba y sonreía, noté que su pecho se movía un tanto agitado, al parecer la seducción a través de la comida estaba funcionando, yo sentía humedecer mi parte más íntima.

Terminamos de comer y bebí el zumo que habían llevado, jugueteando sensualmente con la pagita, él también se bebió el suyo creo que de un solo trago. Se levantó y de su pantalón saco otro condón y se quitó la bata. Mi respiración ya estaba agitada, necesitaba de él y con cada encuentro crecía más esa necesidad.
Se acercó a mí completamente desnudo, me quitó la toalla y me besó desesperadamente mientras nuestros sexos se frotaban. Con una mano hice a un lado los platos y él me ayudó a sentarme sobre la mesa, abrí las piernas sólo lo necesario para dejarlo entrar y después enrollé mis piernas en su cintura, aprisionándolo para lograr un mejor roce mientras él se movía en mi interior. Le supliqué por más con mi voz distorsionada, él sonreía satisfecho de escuchar eso e incrementaba los movimientos, tenía una de sus manos en mi cuello y la otra en mi muslo que apretaba ligeramente, yo hice la cabeza hacia atrás por la intensa excitación que sentía, mis manos estaban sobre su pecho, subiendo y bajando, acariciando sus pezones. Hice mi cabeza hacia adelante y él me besó con ansias, moviendo su lengua sobre la mía de manera intensa, los movimientos de su cadera aumentaron más y él rompió el beso, un gruñido escapó de su boca mientras terminaba dentro de mí ocasionando que yo también llegara al clímax literalmente maullando. Volvió a besarme sin salirse de mí y después recargó su cabeza en mi hombro tratando de recobrar la conciencia al igual que yo.

Se separó y sentí un enorme vacío en mi interior cuando su masculinidad salió de mí, podría tenerla por toda la noche dentro. Se metió al baño y entonces yo tomé mi sostén y me lo puse, al igual que mi blusa que empecé a abrochar.

– ¿Qué haces? – lo escuché decir y me sobresalté.
– Vistiéndome – dije con un tono de voz como si no fuera evidente.
– Aún no terminamos o, ¿ya te tienes que ir?
– No, es sólo que… bueno, entre las reglas y tu actitud, no sé cuando esto se acaba.
– Cuando veas que yo me visto esa es la señal – dijo fríamente.

Yo debía estarme volviendo loca, esa frialdad, esa indiferencia, esas extrañas reglas, lejos de hacer que saliera corriendo de ahí me plantaban en esa habitación, como un árbol echando raíces. Él ejercía un extraño embrujo en mí, estaba volviéndome adicta, esa era la palabra correcta para describir lo que sentía, nunca antes había experimentado esa sensación, tomaba alcohol en fiestas, pero nunca he sentido la necesidad de consumirlo sin sentido, el cigarro lo había probado sólo una vez y no me gustó. Pero, el verlo ahí, parado frente a mí, mirándome como si me estuviera analizando me hacía desearlo, necesitarlo y sentirlo dentro de mí y eso debía sentir un alcohólico cuando tenía una botella enfrente.

Acortó la distancia que nos separaba, con la punta de su lengua lamió mis labios mientras sus dedos desabrochaban el par de botones que yo había logrado abrochar de mi blusa, la abrió y colocó sus manos en mi cintura atrayéndome hacia su cuerpo en tanto introducía su lengua en mi boca y frotaba la mía. Mis manos rodearon su cuello y se lo acariciaron, sentí como desabrochaba mi sostén acariciando de paso la piel de mi espalda, me separé un poco mientras él me dejaba completamente desnuda de nuevo, sin dejar de besarnos, empezó a caminar dirigiéndome hacia la cama, cuando la sentí con la parte trasera de mis piernas me senté. Él fue por otro condón mientras yo me subía y me acostaba.
Él se tumbó en mí y lamió mis senos alternadamente, en tanto su mano acariciaba mi cadera, yo acariciaba su cabello, él continuó besándome hasta mi cuello, al que le dio ligeras mordidas. Lo hice darse la vuelta y yo fui ahora la que quedó encima de él, le besé y lamí el cuello tomando el condón de su mano, me hinqué sobre sus piernas y le coloqué el condón deslizando las yemas de mis dedos en su erección, él jadeo y acto seguido me senté sobre su miembro y comencé a moverme en círculos colocando mis manos sobre su abdomen apoyándome. Él gimió más fuerte.

– Oh sí, así – exclamó con la voz entre cortada.
– ¿Te gusta? – pregunté con un hilo de voz.
– Sí, sigue, no te detengas – suplicó.

Seguí moviéndome lentamente, tratando de prolongar la excitación, puse mis manos entre mis cabellos ahora moviéndome suavemente arriba y abajo sintiendo sus dedos apretar mis caderas y me detuve. Con un ágil movimiento, él hizo que me acostara y me embistió con fuerza, entrando y saliendo de mi cuerpo haciéndome gritar mientras nos mirábamos fijamente rozando sus labios con los míos, sentía su aliento que, aunado a sus movimientos, me estaba volviendo loca. Incrementó la velocidad y yo lo abracé con mis piernas por sus caderas, sentí que llegaba al orgasmo mientras él embestía por última vez y colapsaba en mi cuerpo.

– Eres fantástica – susurró en mi oído.
– Y tú eres único – respondí aún con la voz distorsionada.



miércoles, 30 de mayo de 2012

Ardiente Tentacion: Capitulo 4


Sugerencias



Eran las once de la mañana y yo jugaba con un lápiz golpeándolo contra mi escritorio, no podía concentrarme en el trabajo, había sido una espectacular noche que terminó con una frase que me llevó a pensar algo que para nada me agradó, “no estaré disponible hasta el lunes por la noche”, recordé que me dijo antes de salir por la puerta de la habitación, así que, uniendo eso a lo de que no lo hacía por dinero, llegué a la conclusión de que era casado, ¿qué otra razón habría para que no pudiéramos vernos en fin de semana?, no sabría si podía soportarlo, apenas era viernes y faltaban muchas horas para las ocho de la noche del lunes y eso si me respondía el celular, “claro que siempre hay otras opciones… puedes acariciarte pensando en mí”, había agregado mientras abría la puerta.

– ¿Estás bien? – preguntó Olivia entrando a mi oficina.
– Sí, ¿por qué?
– Llevas como media hora haciendo lo mismo, vas a terminar por aboyar el escritorio.
– No seas exagerada – exclamé con una sonrisa.
– Te noto… algo ansiosa, no sueles jugar con los lápices muy a menudo y menos por tanto tiempo, ¿problemas con Brandon?
– No, con él todo bien, estoy un poco bloqueada con el slogan de esta campaña.
– Será que la señora inspiración anda de vacaciones – le sonreí mirando hacia arriba – por cierto, hoy no podré ir a almorzar contigo, iré con Alvaro
– ¿El contador? – dije sorprendida, habían tenido un par de altercados poco agradables.
– Sí, pero no es lo que tú piensas, su hermano administra un salón de fiestas infantiles y quizá me consiga un descuento para la fiesta de cumpleaños de Esmeralda
– Sí, claro, por supuesto, algo parecido me dijiste de, ¿cómo es que se llamaba?, ah sí Tomas, y si terminaron en su oficina pero no precisamente haciendo negocios.
– Bueno, tú porque tienes un novio maravilloso y no sabes lo que es querer sentirse mujer en toda la extensión de la palabra, sentirse deseada.
– No, no lo sé puesto que todos los días duermo con mi novio – dije irónica.
– Al menos tienes un novio – dijo saliendo de la oficina.
Sí, lo tenía, pero no me hacía sentir deseada, al menos, no como el extraño que anoche me había mirado de una forma que me hizo temblar, que me hizo sentir deseada como nunca antes, con un fuego incesante en sus ojos. Tenía que hablar de esto con alguien, no podía seguir manteniéndolo en secreto, me estaba carcomiendo por dentro y necesitaba que alguien me escuchara, pero Olivia no era opción, seguramente me regañaría por engañar al perfecto novio que al menos yo sí tengo, entonces pensé en Victoria y recordé que me había platicado del pequeño desliz que había tenido en aquella reunión de ex compañeros de la preparatoria, sí, ella era la ideal para escucharme y quizá hasta aconsejarme. Entonces tomé el teléfono y le marqué, afortunadamente su oficina estaba a tres cuadras de la mía y la invité a almorzar, de inmediato notó mi tono de angustia en la voz y me dijo que nos veíamos a la una en punto en un restaurante que estaba en contra esquina de mi oficina.

Cuando llegué, ella ya estaba ahí, se levantó, nos saludamos de beso en la mejilla y después ella me dio un abrazo de consuelo.

– A ver ___, ¿qué es lo que te sucede?
– No sé por dónde empezar, es complicado.
– De eso me puedo dar cuenta en seguida, traes una cara como si hubieras cometido un delito – dijo colocando su mano en mi mentón y me movió la cabeza.
– ¿Le ofrezco algo de tomar? – interrumpió el camarero.
– Sí, un agua mineral y una ensalada de atún, pero por favor ponga el atún a un lado, no encima de la lechuga.
– Enseguida, con permiso.
– A ver ahora sí, cuéntame.
– Engañé a Brandon – solté sin siquiera prepararla para la noticia.
– ¿Qué hiciste qué? – exclamó abriendo los ojos como platos.
– Lo que oíste, me acosté con otro hombre – acepté avergonzada.
– Pero, ¿cuándo?, ¿quién es?, ¿dónde lo conociste?
– El día de mi cumpleaños… y ayer – dije jugando con el tenedor para evitar mirarla.
– ¡___!, te desconozco, no te estoy criticando, soy la menos indicaba para eso, simplemente no doy crédito, tú siempre has sido tan… correcta.
– Lo sé, lo sé, yo tampoco doy crédito, pero – suspiré sin poder evitarlo – Victoria, no tienes idea de las miles de sensaciones que me hace sentir, ha descubierto partes tan sensibles en mi cuerpo que yo ni siquiera sabía que tenía.
– Wow, amiga, pocos hombres tienen ese don, pero aún no me has respondido quién es ni de dónde lo conoces.

Pasé saliva, una cosa era contarle el desliz y otra muy diferente decirle que no tenía ni la más remota idea de quién era en realidad el implicado, además supuse que no debería propagar eso de las reglas. Afortunadamente, en ese momento llegó el mesero y colocó el plato frente a mí, lo cual me permitió pensar por unos segundos e inventar una historia, sólo esperaba sonar convincente
– Es un cliente de la agencia, bueno, no él, su asistente, un día hablamos y me dio su tarjeta, la encontré el día de mi cumpleaños y como estaba sola, lo llamé y terminamos en un hotel y me lo hizo de una forma que… que ayer me orilló a volver a verlo.
– ¿Tan bien estuvo?
– Bien es poco para describirlo, magnífico, Vicki, me hizo gritar, me hizo ver lucecitas, lo juro, sabía exactamente que partes de mi cuerpo tocar y cómo hacerlo.
– Felicidades amiga, pocas mujeres llegan a conocer y disfrutar del buen sexo.
– Sí, pero, me asusta.
– ¿Por qué?
– Porque me está creando una especie de necesidad que no es adecuada, entró muy fácil a mi vida y con esa facilidad puede salir de ella, y, ¿qué haré después?
– ___, si vas a seguir con esto, te debe quedar muy claro algo, disfruta del momento sin pensar en el después, no te enganches, entiendo cómo te sientes después de experimentar lo que viviste y sientas esas ansias, a mí me pasó con Mauricio y fue lo que me orilló a casarme con él, pero, a veces me pregunto si eso es suficiente, si es lo único que tenemos en común, la verdad hablamos poco, así que mentalízate que es sexo y nada más, que durará lo que tenga que durar y que después podrás seguir con tu vida.
– Tienes razón, además, creo que es casado, me dijo que no podíamos vernos el fin de semana.
– Seguramente, te repito, disfruta los momentos con él y ya.
– Pero, me siento mal por Brandon, él no se merece algo así.
– No es cuestión de merecer o no, reconozcamos que él tiene descuidada su relación, no es por intrigar, sabes que no me gusta pero, ¿no tendrá él a alguien más, también?, eso de trabajar casi 24 por 7 está medio raro.
– No lo sé, no lo creo, él no es así… si Olivia te escuchara ya se hubiera infartado.
– Pero yo no lo tengo en un pedestal como ella y, a todo esto, ¿cómo se llama el susodicho con el que te estás viendo?
– ..Jaxon... – dije al leer ese nombre en la solapa de uno de los meseros que pasó.

Y entonces pensé que era una mejor forma de llamarlo en lugar de haber guardado su número con las letras CD, siglas de completo desconocido. Victoria me sonrió sincera, mientras movía la cabeza y los ojos, había sido una buena idea confiar en ella, me ayudó a liberarme de la carga que traía sobre mis hombros y creo que hasta mis ansias de estar con él disminuyeron un poco.

– Un consejo, metete a un gimnasio, te ayudara a liberar energía.
– No te burles.
– No es burla, es en serio, podrás mitigar las ganas cuando no puedas verlo
Me quedé más tiempo de lo necesario en mi oficina, ya que Brandon había ido a Chicago a cerrar un negocio y regresaría hasta el domingo, entonces recordé las palabras de Victoria, ¿cabría la posibilidad de que él tuviera una amante?, ¿acaso por eso no quería tener relaciones conmigo?, ¿qué estaba pasando con nuestra relación?, ¿debía dejarlo?, no, yo conocía a Brandon mejor que eso y sabía que no sería capaz, claro que yo tampoco era capaz de enredarme con otro y justo era lo que estaba haciendo.

Llegué a mi departamento como a las nueve, me puse el pijama y me senté a ver televisión mientras me comía un tazon de cereales. Estaba cambiando de canal en canal y en uno había una escena erótica, parecía que todo estaba confabulando en mi contra o quizá sería que ahora prestaba más atención a esas cosas por lo alteradas que traía las hormonas. Me quedé viendo la escena hasta que terminó, en condiciones normales le hubiera cambiado pero ahora me dio morbo, sacudí la cabeza y decidí darme un baño.

Estaba parada debajo de la regadera y terminé de lavarme el cabello, pasé mi mano por mi cuello y no pude evitar pensar en él, “puedes acariciarte pensando en mí”, sólo con recordar su aterciopelada voz mi cuerpo se excitaba, así que me dejé llevar. Bajé mi mano hasta mis senos y los acaricié pensando que era su mano, viendo su rostro en mi mente, reviviendo sus jadeos en mi oreja. Dejé que mi mano viajara más abajo, acaricié mi abdomen de la forma en que él lo hacía y noté que estaba funcionando, estaba ya jadeando mientras sentía que el agua tibia acariciaba mi espalda. Me recargué en la pared y lo frío del azulejo hizo que arqueara un poco mi cuerpo y entonces comencé a acariciar mi parte más intima mientras me concentraba en él, en sus facciones retorcidas, en sus labios besando los míos, en su tibio cuerpo moviéndose dentro del mío, era increíble la forma en que podía recordar todo y más increíble aún que mi cuerpo respondiera a esos recuerdos, abrí los labios y emití un gemido cuando sentí que terminaba, no había sido tan intenso como si hubiera estado con él, pero lo había disfrutado muchísimo más que en otras ocasiones.

El sábado me levante a las nueve, después de desayunar, eché la ropa a la lavadora e hice todo el aseo del departamento a demasiada conciencia, a decir verdad, necesitaba estar lo más ocupada que se pudiera. Seguí el consejo de Victoria e hice un poco de ejercicio, por la noche vi una película cursi para evitarme malos pensamientos.

El domingo fui a casa de Olivia y estuve jugando un rato con Lauren. Por la tarde me llamó Brandon y fuimos al cine. Vimos una película de acción, se me ocurrieron un par de cosas poco decentes mientras estaba en la sala abrazada a él, pero lo vi tan concentrado en la pantalla que preferí no intentar nada, se estaba divirtiendo y con eso me conformaba, al menos, no estaba pensando en sus negocios en ese momento. Cenamos hamburguesas y después me llevó a mi casa, me despedí en el coche sin invitarlo a subir al departamento, estaba muy cansada y él tampoco se veía muy interesando en acompañarme, quizá Victoria tenía razón en eso de la amante y extrañamente deseé que fuera verdad, eso disminuiría un poco mi culpa.

Al fin era lunes y el día se me estaba haciendo eterno, cada media hora estaba tentada a marcarle a “Jaxon”, pero él había sido muy específico en el horario, así que esperé hasta que fueran las 7:15 de la tarde. Dudé un momento con el movil en la mano, pero, qué más daba lo que pensara de mí, no sabía quién era yo en realidad, creo que con él me transformaba en otra persona, así que con el corazón latiendo a toda prisa y con las manos temblorosas le marqué.

– Hola – respondió con esa voz que me encantaba.
– ¿Estás libre esta noche? – dije otra vez con tono sensual.
– Sí, misma hora, mismo lugar.
– Vale, ahí te veo.
Y ahora fui yo la primera en colgar. Tomé mi bolso y mi abrigo del respaldo del asiento, entonces reparé en que hubiera ido a cambiarme de ropa, traía un traje sastre que no lucía muy seductor que digamos, suspiré y me puse en marcha al conocido hotel.

Eran las 8:25 y no había señas de él, resoplé y me dirigí a la salida, iba a mitad del lobby cuando lo vi entrar y mi corazón se aceleró de inmediato, jamás me imaginé que una persona pudiera alterarme de tal manera. Me sonrió seductoramente y en cuanto estuvo a mi lado me ofreció su brazo.

– Disculpa la tardanza, tuve un contratiempo.
– Entiendo – estaba aprendiendo a hablar poco con él.

Llegamos a la reconocida habitación, dejé mi bolso sobre la mesa y sentí como me abrazaba por atrás y pegaba su cuerpo al mío. Me besó el cuello mientras sus manos acariciaban mis senos por encima de la blusa. Me quitó el abrigo y me volteó, me miró con fuego en los ojos, en ellos había el mismo deseo que en los míos, me besó apasionadamente en tanto acariciaba mis nalgas y me pegaba a su cuerpo que ya estaba respondiendo a la pasión que nos consumía, yo lo sujetaba fuertemente por la espalda, para evitar que se me escapara, subió besando mi cuello, succionó el lóbulo de mi oreja y lo mordisqueó un poco, exhalando su tibio aliento.

– ¿Hiciste lo que te sugerí? – preguntó bajando su dedo por mi columna vertebral.
– Sí – exclamé con un hilo de voz.
– Demuéstrame como lo hiciste – susurró después de lamer mi oreja.
– ¿Qué? – pregunté contrariada separándome un poco de él para mirarlo.
– Quiero que te acaricies para mí – solicitó con una seductora mirada........



jueves, 17 de mayo de 2012

Ardiente Tentacion: Capitulo 3

Al día siguiente, llegué muy temprano a la oficina, ni siquiera había llegado Olivia y
eso que siempre es la primera. Encendí el ordenador y revisé mi correo había uno marcado como importante, en el que me recordaban que a las 4 debía entregar las fotos para el folleto de un nuevo perfume de Armani.

– ¡Genial! – exclamé en voz alta, yo con las hormonas hasta el cielo y encima tenía que pasar al menos dos horas eligiendo fotos sensuales y a la vez sutiles.

Tenía otros asuntos pendientes a los que les di prioridad. A la una salí a almorzar con Olivia que me estuvo platicando, emocionada, que estaba preparando la fiesta del cumpleaños número tres de su pequeña Marian, justo una conversacion como esa era la que necesitaba, algo completamente inocente que mitigara mis bajas pasiones que seguro aumentarían a la hora de estar escogiendo las fotos para el dichoso folleto.

Al regresar, me encerré en mi oficina y me dispuse a hacer el trabajo que había estado postergando toda la mañana, después de revisar miles de fotos para elegir las diez que aparecerían se me ocurrió una brillante idea. Como el lugar donde las llevaría estaba un poco alejado, le diría a mi jefe que ya no regresaría y llamaría a aquel extraño para volver a encontrarnos, no podía demorarlo un día más, me urgía volver a sentir sus manos recorriendo mi cuerpo, sus besos en mi boca y su olor embriagándome.

Eran las 5:15 cuando salí del edificio donde llevé las fotos, no entendí como es que me citaron a las 4 y me hicieron esperar 45 minutos para recibirlas. En cuanto estuve en la calle saqué el movil y a toda prisa busqué su número y lo marqué, escuché el primer repique y mi corazón se aceleró al 100%.

– Hola – escuché decir a esa voz aterciopelada que me alteraba.
– ¿Estás libre esta noche? – dije, pero, esta vez con un tono sensual, tentándolo.
– Sí, te veo en el mismo lugar a las ocho, ¿te parece?
– ¿No podría ser más temprano?, ¿a las 6:30? – estaba necesitada y se lo hice saber.
– Lo siento, me es imposible a esa hora.
– Vale, entonces a las ocho – no me quedo más remedio que aceptar.
– A las ocho, en el lobby, cerca de los elevadores.

Y volvió a colgar primero, sin darme tiempo a decir algo más, en ese minuto me arrepentí de haber mostrado mi urgencia, seguro él tenía una vida y un trabajo, al menos, yo tendría tiempo suficiente para ir mejor arreglada esta vez. Le hice la parada a un taxi y le indique el domicilio de mi departamento.
Al llegar, me dirigí al armario y saqué un vestido rojo, de tirantes delgados cruzado por la parte de atrás y que me llegaba a mitad de los muslos, era atrevido y por eso no lo había estrenado, pero para esta ocasión era perfecto. Abrí el cajón de la ropa interior y por más que revolví, no encontré prendas lo suficientemente sensuales, miré el reloj y faltaban quince minutos para las seis, así que tenía tiempo de sobra y me dirigí hacia una tienda de ropa interior que quedaba a diez minutos de mi departamento.

Mientras caminaba pensaba que estaba completamente loca, cómo era posible que estuviera yendo ex profeso a comprarme ropa, sólo para tratar de impresionar a un completo desconocido que seguramente conocía miles de modelitos de todos colores y formas. Suspiré un tanto desilusionada, no había podido dejar de pensar en él desde que lo conocí y para él yo era una más en su lista. Entré a la tienda sacudiendo mi cabeza para borrar esos pensamientos, lo mejor era concentrarse sólo en la diversión.

Me miré al espejo y casi no me reconocí, me había recogido el cabello y me había maquillado más que de costumbre, con un intenso rojo carmesí en los labios y cubierta por aquel vestido que llevaba un par de años guardado en el amario, en definitiva estaba muy alejada de la correcta ___, de la chica que todos conocían y algunos hasta admiraban “nadie es perfecto” me dije mirándome fijamente. Vi el reloj y eran justo 7:30, tomé mi abrigo, me lo puse y lo cerré por completo, no iba a salir vestida así a la calle y que todos me vieran.

Tardo en pasar un taxi libre y a las ocho en punto estaba cruzando la puerta del hotel, esperando y deseando que no me reconociera la recepcionista, pero, al voltear discretamente, me di cuenta que era una chica diferente a la de la otra ocasión. Caminé hasta los elevadores y no había señales de él. Empecé a hacer respiraciones para tratar de calmarme, temía que el corazón se me saliera de un momento a otro por las intensas palpitaciones que sentía en el pecho. Volteé cuando sentí una intensa mirada que hizo que mi cuerpo se tensara, ¿cómo podía tener ese efecto en mí?

– Buenas noches – dijo mirándome de cabeza a pies.
– Buenas noches – respondí perdiéndome en esos ojos hermosos.

Él me sonrió divertido, quizá por la expresión de mi rostro, apretó el botón del ascensor y entramos, yo me paré al fondo mientras el presionaba el botón del piso 15 de nuevo, ya no podía resistir las ganas de besarlo y acariciarlo y estaba a punto de lanzarme sobre él cuando hablo y me hizo notar algo que había pasado desapercibido.


– En este hotel hay cámaras en los ascensores, por seguridad – señaló levantando la vista hacia una esquina y distinguí perfectamente la figura negra y circular que sobresalía del techo.
– Entiendo – pasé saliva sintiendo como el rubor inundaba mis mejillas – pero, no iba a intentar nada extraño – agregué tontamente.

Él soltó una risita y movió la cabeza, seguramente el deseo se me notaba en los ojos, en la postura y en todo mi cuerpo. Finalmente la puerta se abrió y mi corazón latió aún más aprisa, estaba a escasos minutos de volver a tener lo que había estado esperando por dos días completos. Miré ansiosa como deslizaba la tarjeta para abrir la puerta, era la misma habitación de la otra noche. Me cedió el paso de nuevo y entró cerrando la puerta. Ni siquiera dejé que diera un paso más, me le abalancé y lo recargué en la puerta para besarlo con toda la urgencia que sentía, mi cuerpo se estremeció completamente al sentir su tibia lengua que se unía a la mía en movimientos frenéticos y desesperados mientras sus manos desabotonaban el abrigo y me lo quitaba. Me separó para mirarme y sonrió satisfecho al verme con aquel vestido.

– Wow – exclamó lamiéndose los labios – ese vestido sí que te queda bien, muy bien.
– ¿De verdad? – pregunté dándome una vuelta lentamente.
– Por supuesto, aunque a decir verdad se verá mejor en el suelo.

Se acercó y me tomó por la cintura, con la punta de su lengua lamió mi oreja izquierda y exhaló haciendo que su aliento entrara y me provocara una cálida sensación que recorrió cada centímetro de mi cuerpo hasta arquearlo. Bajó lamiendo hasta mi cuello y, una vez ahí, me dio pequeños besos mientras colocaba sus dedos en los tirantes del vestido y los bajaba, al llegar a la altura de mis senos deslizó hasta éstos sus manos y los masajeó por encima de la delgada tela del vestido, mis manos estaban sobre sus codos sujetándolos fuertemente, sentía que me desvanecería por las intensas sensaciones que sus caricias me estaban provocando.

Bajó su cabeza para lamer y besar el inicio de mis senos, hice la cabeza hacia atrás y después sujeté con mis manos su cara y la llevé hacia la mía para volver a besarlo apasionadamente, una de sus manos bajó hacia mi muslo y la metió por debajo del vestido hasta mi nalga que masajeó. Dejamos de besarnos para tomar aliento, dirigí mi boca a su cuello y lo lamí hasta llegar a su oreja.

– Quiero sentirte dentro de mí – susurré, mientras con una mano acariciaba su parte más vulnerable por encima del pantalón notando su erección.

Presurosa, desabroché el cinturón y bajé el cierre del pantalón mientras él sacaba un condón de una de las bolsas. Liberé su miembro que denotaba la misma urgencia que yo sentía mientras él sacaba el condón de la envoltura y se lo colocaba mientras yo me tumbaba en la cama y me quitaba la ropa interior. Él se quito el pantalón y se colocó encima de mí subiendo el vestido para introducirse en mí. Esta ocasión el gemido que escapó de mi boca fue más fuerte, él sonrió satisfecho mientras se movía suavemente dentro de mí mientras yo desabrochaba su camisa y se la quitaba para acariciar ese torso perfecto y marcado. Él puso su cara sobre mi hombro y jadeaba justo en mi oreja volviéndome completamente loca, yo acariciaba su espalda y bajé hasta sus nalgas que empujé para que se introdujera más profundo en mí, aceleró sus movimientos mientras me besaba y mordisqueaba mis labios, rompí el beso al sentir que llegaba al orgasmo para liberar el grito que estaba en mi garganta. Él se rió.

– Sshhh, van a pensar que te estoy matando – dijo sobre mi boca que permanecía abierta, con esa voz aterciopelada y ahora retorcida por la excitación.
– Y lo estás haciendo… de placer – dije sin ningún pudor, a estas alturas había olvidado por completo el significado de esa palabra.


Se levantó aunque todavía no terminaba, yo me hinque en la cama y me quité el vestido que estorbaba, él se sentó recargado en la cabecera y yo me senté sobre él, frotando nuestras partes más íntimas mientras lamía y mordisqueaba su oreja y con mis manos jugueteaba con sus pezones, él me sujeto por las nalgas y me levantó un poco, entonces yo tomé su miembro y lo dirigí hacia donde lo necesitaba, dentro de mi cuerpo, al sentirlo hice la cabeza para atrás y volví a gemir moviéndome acompasadamente, tomando el control de la situación, él subió sus manos a mi cabello y me quitó la liga que lo sujetaba, yo moví mi cabeza y coloqué mis manos entre mis cabellos para colocarlo a los lados de mis hombros, él tenía ahora sus manos en mi cintura y las movía hacia mis muslos, yo coloqué las mías sobre sus hombros para seguir moviéndome, nuestras miradas se cruzaron, ambos estábamos disfrutando las expresiones de placer que teníamos reflejadas en el rostro y los gemidos que se confundían. Sentí como explotaba en mi interior mientras apretaba mis nalgas y gemía, lo bese sintiendo como yo volvía a llegar al éxtasis total. Me quedé unos minutos recargada sobre su hombro, tratando de controlar mi respiración y después me senté a su lado, no pude evitar suspirar fuertemente y él me miró.

– ¿Ya te vas? – fue lo único que se me ocurrió decir.
– ¿Ya quieres que me vaya?
– No, es sólo que… bueno… la otra vez…
– Aún es temprano.
– ¿Sabes?, tengo una duda – dije mordiéndome el labio inferior.
– Dila, sólo recuerda que nada personal.
– No lo es… – estaba buscando las palabras correctas para hacer esa pregunta que me llenaba de vergüenza – bueno, como te diste cuenta, mi amiga no me explicó gran cosa y pues… yo me preguntaba si… – sentí que las mejillas me ardían por el rubor.
– ¿Si qué? – preguntó poniéndome más nerviosa porque me miraba fijamente.
– Pues… si hay… es decir… tengo que… pagarte – finalmente lo dije mirando hacia mis manos que jugaban con la colcha.
– ¿Te refieres a dinero? – dijo sonriendo divertido y yo quise que la tierra me tragara.
– Sí – respondí titubeante.
– ¿Y tú crees que la otra ocasión me hubiera ido sin mi pago?
– Supongo que no – reflexioné que me hubiera llamado para cobrarme.
– No soy un gigoló, si es lo que piensas, esto es sólo placer para ambos y créeme, no hay dinero suficiente para retribuirlo.

Me quedé muda, no me esperaba esa respuesta, en verdad tenía toda la razón, no contaba con el dinero suficiente para pagarle todas esas intensas sensaciones que me hacía sentir. Vi que se levantó y tomó su pantalón del suelo, buscó en una bolsa y sacó otro condón, eso provocó que sonriera y mordiera mi labio inferior. Sí, una vez más, con otra vez me conformaría por esta noche. Se subió a la cama y dejó el condón sobre la almohada, me jaló de las piernas para dejarme completamente acostada y con las yemas de sus dedos las fue recorriendo, desde el talón, se detuvo en las rodillas haciendo movimientos circulares y después subió a mis muslos que apretó ligeramente. Lamió mi ombligo y subió a mis pezones con los que estuvo jugueteando mientras con dos dedos frotaba mis labios vaginales, yo arqueé mi cuerpo y abrí mis piernas, él subió lamiendo hasta mi cuello y después me besó mientras colocaba su dedo en mi interior deslizándolo afuera y adentro. Como pude tomé el condón y lo saqué mientras él seguía dándome placer con su dedo, se lo di y vi como se lo colocaba, abrí más mis piernas y cerré los ojos al sentir como entraba de nuevo en mí.