Hola ! Soy Kiersey , la escritora de esta novela , mi blog va a tratar sobre novelas pero tengo otro que es para subir fotos y noticias. Si tenéis alguna duda por favor ponédmelo por comentario y yo os responderé.

miércoles, 30 de mayo de 2012

Ardiente Tentacion: Capitulo 4


Sugerencias



Eran las once de la mañana y yo jugaba con un lápiz golpeándolo contra mi escritorio, no podía concentrarme en el trabajo, había sido una espectacular noche que terminó con una frase que me llevó a pensar algo que para nada me agradó, “no estaré disponible hasta el lunes por la noche”, recordé que me dijo antes de salir por la puerta de la habitación, así que, uniendo eso a lo de que no lo hacía por dinero, llegué a la conclusión de que era casado, ¿qué otra razón habría para que no pudiéramos vernos en fin de semana?, no sabría si podía soportarlo, apenas era viernes y faltaban muchas horas para las ocho de la noche del lunes y eso si me respondía el celular, “claro que siempre hay otras opciones… puedes acariciarte pensando en mí”, había agregado mientras abría la puerta.

– ¿Estás bien? – preguntó Olivia entrando a mi oficina.
– Sí, ¿por qué?
– Llevas como media hora haciendo lo mismo, vas a terminar por aboyar el escritorio.
– No seas exagerada – exclamé con una sonrisa.
– Te noto… algo ansiosa, no sueles jugar con los lápices muy a menudo y menos por tanto tiempo, ¿problemas con Brandon?
– No, con él todo bien, estoy un poco bloqueada con el slogan de esta campaña.
– Será que la señora inspiración anda de vacaciones – le sonreí mirando hacia arriba – por cierto, hoy no podré ir a almorzar contigo, iré con Alvaro
– ¿El contador? – dije sorprendida, habían tenido un par de altercados poco agradables.
– Sí, pero no es lo que tú piensas, su hermano administra un salón de fiestas infantiles y quizá me consiga un descuento para la fiesta de cumpleaños de Esmeralda
– Sí, claro, por supuesto, algo parecido me dijiste de, ¿cómo es que se llamaba?, ah sí Tomas, y si terminaron en su oficina pero no precisamente haciendo negocios.
– Bueno, tú porque tienes un novio maravilloso y no sabes lo que es querer sentirse mujer en toda la extensión de la palabra, sentirse deseada.
– No, no lo sé puesto que todos los días duermo con mi novio – dije irónica.
– Al menos tienes un novio – dijo saliendo de la oficina.
Sí, lo tenía, pero no me hacía sentir deseada, al menos, no como el extraño que anoche me había mirado de una forma que me hizo temblar, que me hizo sentir deseada como nunca antes, con un fuego incesante en sus ojos. Tenía que hablar de esto con alguien, no podía seguir manteniéndolo en secreto, me estaba carcomiendo por dentro y necesitaba que alguien me escuchara, pero Olivia no era opción, seguramente me regañaría por engañar al perfecto novio que al menos yo sí tengo, entonces pensé en Victoria y recordé que me había platicado del pequeño desliz que había tenido en aquella reunión de ex compañeros de la preparatoria, sí, ella era la ideal para escucharme y quizá hasta aconsejarme. Entonces tomé el teléfono y le marqué, afortunadamente su oficina estaba a tres cuadras de la mía y la invité a almorzar, de inmediato notó mi tono de angustia en la voz y me dijo que nos veíamos a la una en punto en un restaurante que estaba en contra esquina de mi oficina.

Cuando llegué, ella ya estaba ahí, se levantó, nos saludamos de beso en la mejilla y después ella me dio un abrazo de consuelo.

– A ver ___, ¿qué es lo que te sucede?
– No sé por dónde empezar, es complicado.
– De eso me puedo dar cuenta en seguida, traes una cara como si hubieras cometido un delito – dijo colocando su mano en mi mentón y me movió la cabeza.
– ¿Le ofrezco algo de tomar? – interrumpió el camarero.
– Sí, un agua mineral y una ensalada de atún, pero por favor ponga el atún a un lado, no encima de la lechuga.
– Enseguida, con permiso.
– A ver ahora sí, cuéntame.
– Engañé a Brandon – solté sin siquiera prepararla para la noticia.
– ¿Qué hiciste qué? – exclamó abriendo los ojos como platos.
– Lo que oíste, me acosté con otro hombre – acepté avergonzada.
– Pero, ¿cuándo?, ¿quién es?, ¿dónde lo conociste?
– El día de mi cumpleaños… y ayer – dije jugando con el tenedor para evitar mirarla.
– ¡___!, te desconozco, no te estoy criticando, soy la menos indicaba para eso, simplemente no doy crédito, tú siempre has sido tan… correcta.
– Lo sé, lo sé, yo tampoco doy crédito, pero – suspiré sin poder evitarlo – Victoria, no tienes idea de las miles de sensaciones que me hace sentir, ha descubierto partes tan sensibles en mi cuerpo que yo ni siquiera sabía que tenía.
– Wow, amiga, pocos hombres tienen ese don, pero aún no me has respondido quién es ni de dónde lo conoces.

Pasé saliva, una cosa era contarle el desliz y otra muy diferente decirle que no tenía ni la más remota idea de quién era en realidad el implicado, además supuse que no debería propagar eso de las reglas. Afortunadamente, en ese momento llegó el mesero y colocó el plato frente a mí, lo cual me permitió pensar por unos segundos e inventar una historia, sólo esperaba sonar convincente
– Es un cliente de la agencia, bueno, no él, su asistente, un día hablamos y me dio su tarjeta, la encontré el día de mi cumpleaños y como estaba sola, lo llamé y terminamos en un hotel y me lo hizo de una forma que… que ayer me orilló a volver a verlo.
– ¿Tan bien estuvo?
– Bien es poco para describirlo, magnífico, Vicki, me hizo gritar, me hizo ver lucecitas, lo juro, sabía exactamente que partes de mi cuerpo tocar y cómo hacerlo.
– Felicidades amiga, pocas mujeres llegan a conocer y disfrutar del buen sexo.
– Sí, pero, me asusta.
– ¿Por qué?
– Porque me está creando una especie de necesidad que no es adecuada, entró muy fácil a mi vida y con esa facilidad puede salir de ella, y, ¿qué haré después?
– ___, si vas a seguir con esto, te debe quedar muy claro algo, disfruta del momento sin pensar en el después, no te enganches, entiendo cómo te sientes después de experimentar lo que viviste y sientas esas ansias, a mí me pasó con Mauricio y fue lo que me orilló a casarme con él, pero, a veces me pregunto si eso es suficiente, si es lo único que tenemos en común, la verdad hablamos poco, así que mentalízate que es sexo y nada más, que durará lo que tenga que durar y que después podrás seguir con tu vida.
– Tienes razón, además, creo que es casado, me dijo que no podíamos vernos el fin de semana.
– Seguramente, te repito, disfruta los momentos con él y ya.
– Pero, me siento mal por Brandon, él no se merece algo así.
– No es cuestión de merecer o no, reconozcamos que él tiene descuidada su relación, no es por intrigar, sabes que no me gusta pero, ¿no tendrá él a alguien más, también?, eso de trabajar casi 24 por 7 está medio raro.
– No lo sé, no lo creo, él no es así… si Olivia te escuchara ya se hubiera infartado.
– Pero yo no lo tengo en un pedestal como ella y, a todo esto, ¿cómo se llama el susodicho con el que te estás viendo?
– ..Jaxon... – dije al leer ese nombre en la solapa de uno de los meseros que pasó.

Y entonces pensé que era una mejor forma de llamarlo en lugar de haber guardado su número con las letras CD, siglas de completo desconocido. Victoria me sonrió sincera, mientras movía la cabeza y los ojos, había sido una buena idea confiar en ella, me ayudó a liberarme de la carga que traía sobre mis hombros y creo que hasta mis ansias de estar con él disminuyeron un poco.

– Un consejo, metete a un gimnasio, te ayudara a liberar energía.
– No te burles.
– No es burla, es en serio, podrás mitigar las ganas cuando no puedas verlo
Me quedé más tiempo de lo necesario en mi oficina, ya que Brandon había ido a Chicago a cerrar un negocio y regresaría hasta el domingo, entonces recordé las palabras de Victoria, ¿cabría la posibilidad de que él tuviera una amante?, ¿acaso por eso no quería tener relaciones conmigo?, ¿qué estaba pasando con nuestra relación?, ¿debía dejarlo?, no, yo conocía a Brandon mejor que eso y sabía que no sería capaz, claro que yo tampoco era capaz de enredarme con otro y justo era lo que estaba haciendo.

Llegué a mi departamento como a las nueve, me puse el pijama y me senté a ver televisión mientras me comía un tazon de cereales. Estaba cambiando de canal en canal y en uno había una escena erótica, parecía que todo estaba confabulando en mi contra o quizá sería que ahora prestaba más atención a esas cosas por lo alteradas que traía las hormonas. Me quedé viendo la escena hasta que terminó, en condiciones normales le hubiera cambiado pero ahora me dio morbo, sacudí la cabeza y decidí darme un baño.

Estaba parada debajo de la regadera y terminé de lavarme el cabello, pasé mi mano por mi cuello y no pude evitar pensar en él, “puedes acariciarte pensando en mí”, sólo con recordar su aterciopelada voz mi cuerpo se excitaba, así que me dejé llevar. Bajé mi mano hasta mis senos y los acaricié pensando que era su mano, viendo su rostro en mi mente, reviviendo sus jadeos en mi oreja. Dejé que mi mano viajara más abajo, acaricié mi abdomen de la forma en que él lo hacía y noté que estaba funcionando, estaba ya jadeando mientras sentía que el agua tibia acariciaba mi espalda. Me recargué en la pared y lo frío del azulejo hizo que arqueara un poco mi cuerpo y entonces comencé a acariciar mi parte más intima mientras me concentraba en él, en sus facciones retorcidas, en sus labios besando los míos, en su tibio cuerpo moviéndose dentro del mío, era increíble la forma en que podía recordar todo y más increíble aún que mi cuerpo respondiera a esos recuerdos, abrí los labios y emití un gemido cuando sentí que terminaba, no había sido tan intenso como si hubiera estado con él, pero lo había disfrutado muchísimo más que en otras ocasiones.

El sábado me levante a las nueve, después de desayunar, eché la ropa a la lavadora e hice todo el aseo del departamento a demasiada conciencia, a decir verdad, necesitaba estar lo más ocupada que se pudiera. Seguí el consejo de Victoria e hice un poco de ejercicio, por la noche vi una película cursi para evitarme malos pensamientos.

El domingo fui a casa de Olivia y estuve jugando un rato con Lauren. Por la tarde me llamó Brandon y fuimos al cine. Vimos una película de acción, se me ocurrieron un par de cosas poco decentes mientras estaba en la sala abrazada a él, pero lo vi tan concentrado en la pantalla que preferí no intentar nada, se estaba divirtiendo y con eso me conformaba, al menos, no estaba pensando en sus negocios en ese momento. Cenamos hamburguesas y después me llevó a mi casa, me despedí en el coche sin invitarlo a subir al departamento, estaba muy cansada y él tampoco se veía muy interesando en acompañarme, quizá Victoria tenía razón en eso de la amante y extrañamente deseé que fuera verdad, eso disminuiría un poco mi culpa.

Al fin era lunes y el día se me estaba haciendo eterno, cada media hora estaba tentada a marcarle a “Jaxon”, pero él había sido muy específico en el horario, así que esperé hasta que fueran las 7:15 de la tarde. Dudé un momento con el movil en la mano, pero, qué más daba lo que pensara de mí, no sabía quién era yo en realidad, creo que con él me transformaba en otra persona, así que con el corazón latiendo a toda prisa y con las manos temblorosas le marqué.

– Hola – respondió con esa voz que me encantaba.
– ¿Estás libre esta noche? – dije otra vez con tono sensual.
– Sí, misma hora, mismo lugar.
– Vale, ahí te veo.
Y ahora fui yo la primera en colgar. Tomé mi bolso y mi abrigo del respaldo del asiento, entonces reparé en que hubiera ido a cambiarme de ropa, traía un traje sastre que no lucía muy seductor que digamos, suspiré y me puse en marcha al conocido hotel.

Eran las 8:25 y no había señas de él, resoplé y me dirigí a la salida, iba a mitad del lobby cuando lo vi entrar y mi corazón se aceleró de inmediato, jamás me imaginé que una persona pudiera alterarme de tal manera. Me sonrió seductoramente y en cuanto estuvo a mi lado me ofreció su brazo.

– Disculpa la tardanza, tuve un contratiempo.
– Entiendo – estaba aprendiendo a hablar poco con él.

Llegamos a la reconocida habitación, dejé mi bolso sobre la mesa y sentí como me abrazaba por atrás y pegaba su cuerpo al mío. Me besó el cuello mientras sus manos acariciaban mis senos por encima de la blusa. Me quitó el abrigo y me volteó, me miró con fuego en los ojos, en ellos había el mismo deseo que en los míos, me besó apasionadamente en tanto acariciaba mis nalgas y me pegaba a su cuerpo que ya estaba respondiendo a la pasión que nos consumía, yo lo sujetaba fuertemente por la espalda, para evitar que se me escapara, subió besando mi cuello, succionó el lóbulo de mi oreja y lo mordisqueó un poco, exhalando su tibio aliento.

– ¿Hiciste lo que te sugerí? – preguntó bajando su dedo por mi columna vertebral.
– Sí – exclamé con un hilo de voz.
– Demuéstrame como lo hiciste – susurró después de lamer mi oreja.
– ¿Qué? – pregunté contrariada separándome un poco de él para mirarlo.
– Quiero que te acaricies para mí – solicitó con una seductora mirada........



jueves, 17 de mayo de 2012

Ardiente Tentacion: Capitulo 3

Al día siguiente, llegué muy temprano a la oficina, ni siquiera había llegado Olivia y
eso que siempre es la primera. Encendí el ordenador y revisé mi correo había uno marcado como importante, en el que me recordaban que a las 4 debía entregar las fotos para el folleto de un nuevo perfume de Armani.

– ¡Genial! – exclamé en voz alta, yo con las hormonas hasta el cielo y encima tenía que pasar al menos dos horas eligiendo fotos sensuales y a la vez sutiles.

Tenía otros asuntos pendientes a los que les di prioridad. A la una salí a almorzar con Olivia que me estuvo platicando, emocionada, que estaba preparando la fiesta del cumpleaños número tres de su pequeña Marian, justo una conversacion como esa era la que necesitaba, algo completamente inocente que mitigara mis bajas pasiones que seguro aumentarían a la hora de estar escogiendo las fotos para el dichoso folleto.

Al regresar, me encerré en mi oficina y me dispuse a hacer el trabajo que había estado postergando toda la mañana, después de revisar miles de fotos para elegir las diez que aparecerían se me ocurrió una brillante idea. Como el lugar donde las llevaría estaba un poco alejado, le diría a mi jefe que ya no regresaría y llamaría a aquel extraño para volver a encontrarnos, no podía demorarlo un día más, me urgía volver a sentir sus manos recorriendo mi cuerpo, sus besos en mi boca y su olor embriagándome.

Eran las 5:15 cuando salí del edificio donde llevé las fotos, no entendí como es que me citaron a las 4 y me hicieron esperar 45 minutos para recibirlas. En cuanto estuve en la calle saqué el movil y a toda prisa busqué su número y lo marqué, escuché el primer repique y mi corazón se aceleró al 100%.

– Hola – escuché decir a esa voz aterciopelada que me alteraba.
– ¿Estás libre esta noche? – dije, pero, esta vez con un tono sensual, tentándolo.
– Sí, te veo en el mismo lugar a las ocho, ¿te parece?
– ¿No podría ser más temprano?, ¿a las 6:30? – estaba necesitada y se lo hice saber.
– Lo siento, me es imposible a esa hora.
– Vale, entonces a las ocho – no me quedo más remedio que aceptar.
– A las ocho, en el lobby, cerca de los elevadores.

Y volvió a colgar primero, sin darme tiempo a decir algo más, en ese minuto me arrepentí de haber mostrado mi urgencia, seguro él tenía una vida y un trabajo, al menos, yo tendría tiempo suficiente para ir mejor arreglada esta vez. Le hice la parada a un taxi y le indique el domicilio de mi departamento.
Al llegar, me dirigí al armario y saqué un vestido rojo, de tirantes delgados cruzado por la parte de atrás y que me llegaba a mitad de los muslos, era atrevido y por eso no lo había estrenado, pero para esta ocasión era perfecto. Abrí el cajón de la ropa interior y por más que revolví, no encontré prendas lo suficientemente sensuales, miré el reloj y faltaban quince minutos para las seis, así que tenía tiempo de sobra y me dirigí hacia una tienda de ropa interior que quedaba a diez minutos de mi departamento.

Mientras caminaba pensaba que estaba completamente loca, cómo era posible que estuviera yendo ex profeso a comprarme ropa, sólo para tratar de impresionar a un completo desconocido que seguramente conocía miles de modelitos de todos colores y formas. Suspiré un tanto desilusionada, no había podido dejar de pensar en él desde que lo conocí y para él yo era una más en su lista. Entré a la tienda sacudiendo mi cabeza para borrar esos pensamientos, lo mejor era concentrarse sólo en la diversión.

Me miré al espejo y casi no me reconocí, me había recogido el cabello y me había maquillado más que de costumbre, con un intenso rojo carmesí en los labios y cubierta por aquel vestido que llevaba un par de años guardado en el amario, en definitiva estaba muy alejada de la correcta ___, de la chica que todos conocían y algunos hasta admiraban “nadie es perfecto” me dije mirándome fijamente. Vi el reloj y eran justo 7:30, tomé mi abrigo, me lo puse y lo cerré por completo, no iba a salir vestida así a la calle y que todos me vieran.

Tardo en pasar un taxi libre y a las ocho en punto estaba cruzando la puerta del hotel, esperando y deseando que no me reconociera la recepcionista, pero, al voltear discretamente, me di cuenta que era una chica diferente a la de la otra ocasión. Caminé hasta los elevadores y no había señales de él. Empecé a hacer respiraciones para tratar de calmarme, temía que el corazón se me saliera de un momento a otro por las intensas palpitaciones que sentía en el pecho. Volteé cuando sentí una intensa mirada que hizo que mi cuerpo se tensara, ¿cómo podía tener ese efecto en mí?

– Buenas noches – dijo mirándome de cabeza a pies.
– Buenas noches – respondí perdiéndome en esos ojos hermosos.

Él me sonrió divertido, quizá por la expresión de mi rostro, apretó el botón del ascensor y entramos, yo me paré al fondo mientras el presionaba el botón del piso 15 de nuevo, ya no podía resistir las ganas de besarlo y acariciarlo y estaba a punto de lanzarme sobre él cuando hablo y me hizo notar algo que había pasado desapercibido.


– En este hotel hay cámaras en los ascensores, por seguridad – señaló levantando la vista hacia una esquina y distinguí perfectamente la figura negra y circular que sobresalía del techo.
– Entiendo – pasé saliva sintiendo como el rubor inundaba mis mejillas – pero, no iba a intentar nada extraño – agregué tontamente.

Él soltó una risita y movió la cabeza, seguramente el deseo se me notaba en los ojos, en la postura y en todo mi cuerpo. Finalmente la puerta se abrió y mi corazón latió aún más aprisa, estaba a escasos minutos de volver a tener lo que había estado esperando por dos días completos. Miré ansiosa como deslizaba la tarjeta para abrir la puerta, era la misma habitación de la otra noche. Me cedió el paso de nuevo y entró cerrando la puerta. Ni siquiera dejé que diera un paso más, me le abalancé y lo recargué en la puerta para besarlo con toda la urgencia que sentía, mi cuerpo se estremeció completamente al sentir su tibia lengua que se unía a la mía en movimientos frenéticos y desesperados mientras sus manos desabotonaban el abrigo y me lo quitaba. Me separó para mirarme y sonrió satisfecho al verme con aquel vestido.

– Wow – exclamó lamiéndose los labios – ese vestido sí que te queda bien, muy bien.
– ¿De verdad? – pregunté dándome una vuelta lentamente.
– Por supuesto, aunque a decir verdad se verá mejor en el suelo.

Se acercó y me tomó por la cintura, con la punta de su lengua lamió mi oreja izquierda y exhaló haciendo que su aliento entrara y me provocara una cálida sensación que recorrió cada centímetro de mi cuerpo hasta arquearlo. Bajó lamiendo hasta mi cuello y, una vez ahí, me dio pequeños besos mientras colocaba sus dedos en los tirantes del vestido y los bajaba, al llegar a la altura de mis senos deslizó hasta éstos sus manos y los masajeó por encima de la delgada tela del vestido, mis manos estaban sobre sus codos sujetándolos fuertemente, sentía que me desvanecería por las intensas sensaciones que sus caricias me estaban provocando.

Bajó su cabeza para lamer y besar el inicio de mis senos, hice la cabeza hacia atrás y después sujeté con mis manos su cara y la llevé hacia la mía para volver a besarlo apasionadamente, una de sus manos bajó hacia mi muslo y la metió por debajo del vestido hasta mi nalga que masajeó. Dejamos de besarnos para tomar aliento, dirigí mi boca a su cuello y lo lamí hasta llegar a su oreja.

– Quiero sentirte dentro de mí – susurré, mientras con una mano acariciaba su parte más vulnerable por encima del pantalón notando su erección.

Presurosa, desabroché el cinturón y bajé el cierre del pantalón mientras él sacaba un condón de una de las bolsas. Liberé su miembro que denotaba la misma urgencia que yo sentía mientras él sacaba el condón de la envoltura y se lo colocaba mientras yo me tumbaba en la cama y me quitaba la ropa interior. Él se quito el pantalón y se colocó encima de mí subiendo el vestido para introducirse en mí. Esta ocasión el gemido que escapó de mi boca fue más fuerte, él sonrió satisfecho mientras se movía suavemente dentro de mí mientras yo desabrochaba su camisa y se la quitaba para acariciar ese torso perfecto y marcado. Él puso su cara sobre mi hombro y jadeaba justo en mi oreja volviéndome completamente loca, yo acariciaba su espalda y bajé hasta sus nalgas que empujé para que se introdujera más profundo en mí, aceleró sus movimientos mientras me besaba y mordisqueaba mis labios, rompí el beso al sentir que llegaba al orgasmo para liberar el grito que estaba en mi garganta. Él se rió.

– Sshhh, van a pensar que te estoy matando – dijo sobre mi boca que permanecía abierta, con esa voz aterciopelada y ahora retorcida por la excitación.
– Y lo estás haciendo… de placer – dije sin ningún pudor, a estas alturas había olvidado por completo el significado de esa palabra.


Se levantó aunque todavía no terminaba, yo me hinque en la cama y me quité el vestido que estorbaba, él se sentó recargado en la cabecera y yo me senté sobre él, frotando nuestras partes más íntimas mientras lamía y mordisqueaba su oreja y con mis manos jugueteaba con sus pezones, él me sujeto por las nalgas y me levantó un poco, entonces yo tomé su miembro y lo dirigí hacia donde lo necesitaba, dentro de mi cuerpo, al sentirlo hice la cabeza para atrás y volví a gemir moviéndome acompasadamente, tomando el control de la situación, él subió sus manos a mi cabello y me quitó la liga que lo sujetaba, yo moví mi cabeza y coloqué mis manos entre mis cabellos para colocarlo a los lados de mis hombros, él tenía ahora sus manos en mi cintura y las movía hacia mis muslos, yo coloqué las mías sobre sus hombros para seguir moviéndome, nuestras miradas se cruzaron, ambos estábamos disfrutando las expresiones de placer que teníamos reflejadas en el rostro y los gemidos que se confundían. Sentí como explotaba en mi interior mientras apretaba mis nalgas y gemía, lo bese sintiendo como yo volvía a llegar al éxtasis total. Me quedé unos minutos recargada sobre su hombro, tratando de controlar mi respiración y después me senté a su lado, no pude evitar suspirar fuertemente y él me miró.

– ¿Ya te vas? – fue lo único que se me ocurrió decir.
– ¿Ya quieres que me vaya?
– No, es sólo que… bueno… la otra vez…
– Aún es temprano.
– ¿Sabes?, tengo una duda – dije mordiéndome el labio inferior.
– Dila, sólo recuerda que nada personal.
– No lo es… – estaba buscando las palabras correctas para hacer esa pregunta que me llenaba de vergüenza – bueno, como te diste cuenta, mi amiga no me explicó gran cosa y pues… yo me preguntaba si… – sentí que las mejillas me ardían por el rubor.
– ¿Si qué? – preguntó poniéndome más nerviosa porque me miraba fijamente.
– Pues… si hay… es decir… tengo que… pagarte – finalmente lo dije mirando hacia mis manos que jugaban con la colcha.
– ¿Te refieres a dinero? – dijo sonriendo divertido y yo quise que la tierra me tragara.
– Sí – respondí titubeante.
– ¿Y tú crees que la otra ocasión me hubiera ido sin mi pago?
– Supongo que no – reflexioné que me hubiera llamado para cobrarme.
– No soy un gigoló, si es lo que piensas, esto es sólo placer para ambos y créeme, no hay dinero suficiente para retribuirlo.

Me quedé muda, no me esperaba esa respuesta, en verdad tenía toda la razón, no contaba con el dinero suficiente para pagarle todas esas intensas sensaciones que me hacía sentir. Vi que se levantó y tomó su pantalón del suelo, buscó en una bolsa y sacó otro condón, eso provocó que sonriera y mordiera mi labio inferior. Sí, una vez más, con otra vez me conformaría por esta noche. Se subió a la cama y dejó el condón sobre la almohada, me jaló de las piernas para dejarme completamente acostada y con las yemas de sus dedos las fue recorriendo, desde el talón, se detuvo en las rodillas haciendo movimientos circulares y después subió a mis muslos que apretó ligeramente. Lamió mi ombligo y subió a mis pezones con los que estuvo jugueteando mientras con dos dedos frotaba mis labios vaginales, yo arqueé mi cuerpo y abrí mis piernas, él subió lamiendo hasta mi cuello y después me besó mientras colocaba su dedo en mi interior deslizándolo afuera y adentro. Como pude tomé el condón y lo saqué mientras él seguía dándome placer con su dedo, se lo di y vi como se lo colocaba, abrí más mis piernas y cerré los ojos al sentir como entraba de nuevo en mí.


miércoles, 16 de mayo de 2012

Ardiente Tentación: Capitulo 2

Buscando Tus Caricias

La alarma incesante de mi celular me despertó, abrí los ojos y por un instante me sorprendí al ver que no estaba en mi recámara, entonces recordé lo que había sucedido la noche anterior y no pude evitar reírme como una niña después de haber hecho una gran travesura. Me levanté y no había ningún rastro de él, ni siquiera una nota “regla número 3: no lazos afectivos”, recordé que lo había dicho muy claramente, así que recogí mi ropa, me vestí y salí de la habitación, esperaba poder llegar a tiempo a la oficina. Al dar un paso fuera del hotel sentí el aire fresco de la mañana pero extrañamente lo sentí diferente esta vez, hasta cerré los ojos por unos segundos para disfrutarlo, algo había cambiado en mí después de esa noche.

Eran las 9:30 cuando entre a la oficina, era la primera vez que llegaba tarde en el año que tenía trabajando ahí, de inmediato vi el enorme arreglo floral que estaba sobre mi escritorio y que dejaba muy por debajo el ramo de rosas que había recibido ayer, sentí que el corazón se me aceleraba al pensar de quien podría ser. En cuanto Olivia me vio entrar, me siguió corriendo y cerró la puerta tras de sí mientras yo tomaba la nota que tenía el arreglo.

“Mi amor, en verdad perdóname por no haber podido estar contigo ayer, pero te prometo que festejaremos tu cumpleaños, aún no sé exactamente cuándo pero considéralo un hecho. Con todo mi amor,Brandon”

Claro, ¿quién más podría enviarme flores que no fuera mi novio?, no sé cómo pude pensar por unos instantes que había sido el desconocido de anoche “no nombres, nada que pueda dar un indicio de quienes somos en realidad”, recordé las reglas y tenía que recordarlas a menudo si quería que eso siguiera funcionando, pero, ¿qué estaba pensando?, ¿acaso iba a volver a llamarlo?, sonreí y sacudí la cabeza tratando de disipar esas ideas que me rondaban.

– A ver amiga, cuéntamelo todo, con lujo de detalles, sabes que soy una morbosa – exclamó Olivia ansiosa oliendo las flores.
– ¿Qué quieres que te cuente? – pregunté rodeando el escritorio para sentarme en la silla frente a ella.
– ¡Dios!, ¿y todavía lo preguntas?, llegas media hora tarde, te llega este hermosísimo arreglo floral y además traes un brillo en los ojos y una sonrisa en la cara que jamás te había visto, la celebración de tu cumpleaños debió ser memorable, Brandon debió lucirse y recompensarte en grande, así que quiero los detalles ahora mismo – dijo más emocionada y se sentó recargando su cabeza en ambas manos mirándome.
Y, sin saber, mi amiga le había atinado perfectamente a la descripción de la celebración, realmente había sido memorable, pero, ignoraba que Brandon no tuvo nada que ver con ello. Oli era además de mi compañera de trabajo, mi mejor amiga, a los pocos días de conocerme, me contó cómo había huido el papá de su hija después de saber que estaba embarazada y, de ahí, una gran confianza surgió entre las dos, pero a pesar de eso, dudé si era buena idea compartirle lo que había hecho en mi cumpleaños, ella sentía gran simpatía por Brandon y siempre me decía que éramos la pareja perfecta. No, definitivamente aquella aventura era mejor mantenerla en secreto.

– Pues, temo desilusionarte porque no hubo tal celebración, el arreglo se debe a que, precisamente, Brandon no pudo llegar para llevarme a cenar.
– Él siempre tan detallista – dijo sacando una orquídea del arreglo.
– Bueno, de alguna manera intenta recompensar el poco tiempo que pasa a mi lado.
– Sabes que si trabaja tanto es para tener un patrimonio seguro y en algún futuro casarse contigo y darte todo lo que mereces.
– Eso lo sé muy bien, no tienes que convencerme de que es el novio perfecto, sé que lo es y por eso lo amo y acepto que trabaje tanto para poder estar juntos algún día y para siempre.
– Sí… pero, no luces nada enfadada porque tu novio te dejo plantada justo el día de tu cumpleaños, por el contrario, luces radiante, ¿qué fue lo que hiciste anoche?
– Nada, sólo ver televisión y terminarme yo sola media botella de vodka – en ese momento recordé lo perceptiva que es mi amiga y lo mala que soy para las mentiras.
– Sí, claro y yo rezo el rosario todas las tardes llegando del trabajo, eso ni tú te lo creíste.
– Te juro que así fue, sabes que no tengo amigas más que tú y Victoria y que jamás iría sola a ningún lado que no sea el supermercado.
– Es que de verdad te ves distinta, hay algo diferente en tus ojos.
– Sólo un año más de edad, y ya déjame ver que tengo de pendientes antes de que venga el jefe y nos regañe – dije encendiendo la computadora.
– Está bien, pero te aclaro que no me convenció tu argumento, algo te traes y me lo tendrás que decir tarde o temprano.
– Ok, fui y me acosté con un completo desconocido, ¿satisfecha?
– Jajaja, ay ___, tampoco te tienes que ir al otro extremo, ambas sabemos que no harías una cosa así – dijo saliendo y cerrando la puerta


Y tenía toda la razón, por algo me llamaba “la siempre correcta ___”, no supe que me había pasado la noche anterior, que había faltado a todos mis principios y valores, pero el recordar sus caricias y sus besos eran razón suficiente para olvidarse hasta de la cordura, incluso de mi propio nombre. Suspiré y miré mi movil que había dejado al lado del teclado del ordenador, ¿habría alguna restricción en cuánto al horario?, volví a recordar las reglas y no mencionó nada al respecto. Llevé las manos a mi cara, sentí un rubor intenso en las mejillas, pero, ¿qué me ocurría?, aún no habían pasado ni doce horas de haberlo hecho con él y yo ya ansiaba que volviera a pasar. “Y te aseguro que te dejara sin sentido”, recordé las palabras de la chica que me lo recomendó y debía reconocer que tenía toda la razón y no sólo por el magnífico sexo que habíamos tenido, sino porque estaba haciéndome perder el sentido de todo. El timbre del teléfono me hizo aterrizar y respondí a la llamada de mi jefe.

Afortunadamente, para mi salud mental, ese día estuvo cargado de bastante trabajo, aunque de repente me reía yo sola porque algún recuerdo me venía a la mente y hacía que mi cuerpo se estremeciera, pero movía la cabeza y volvía a concentrarme en lo que estaba haciendo. Eran las 7:30 pm cuando terminé la campaña publicitaria en la que estuve trabajando todo el día, apagué la computadora y saqué mi bolso del cajón del escritorio, tomé mi movil y lo miré fijamente, ¿sería demasiado desesperado de mi parte volver a llamarlo hoy?, ¿ni siquiera dejar pasar un día o dos para volver a buscarlo?, pero el solo hecho de volver a recordar sus caricias me excitaba por completo, era la primera vez que algo así me sucedía y no es que el sexo con Brandon fuera malo, escaso sí, pero cuando lo hacíamos no me podía quejar, al menos no antes de la velada de anoche. Teníamos ya cinco años de novios y era el único hombre que había conocido en la intimidad, antes de ir a enredarme con ese extraño que me había mostrado una faceta del sexo y de mí misma completamente diferente. Entonces vi que el movil se encendía anunciando una llamada de él, precisamente.

– Hola amor, ¿cómo estás? – dije mientras tomaba mi bolso y salía de la oficina.
– Bien cariño, ¿y tú?, ¿te gustaron las flores?
– Claro, son hermosas.
– Te dije que te recompensaría, estoy afuera de tu oficina para llevarte a cenar.
– Ok, te veo en cinco minutos, ya voy de salida.

Colgué y apreté el botón del ascensor, al salir del edificio vi el flamante coche negro de mi novio y me subí, le di un ligero beso en los labios y él me abrazó, en ese momento, sentí todo el peso de la culpa, no merecía que lo hubiera engañado, no era justificación su falta de tiempo. Cuando nos separamos, me entregó un pequeño regalo que abrí de inmediato, era un hermoso dije en forma de media luna, la culpa se incremento y la sentí en mi espalda como si fuera una losa pesada y le sonreí avergonzada, no sólo lo había engañado anoche con un desconocido sino todo el día con el pensamiento.
Fuimos a un lindo restaurante de comida italiana y nos sentamos al fondo, ordenamos una botella de vino tinto, ensalada y pasta, brindamos por mi cumpleaños y por el cierre de otro exitoso negocio que él concretaba. Fue una linda velada que me hizo olvidar todos los pensamientos lujuriosos que había tenido durante el día, estaba frente a un hombre real, del cual conocía todo y que además amaba y me amaba. Pagó la cuenta y salimos tomados de la mano del restaurante, nos besamos mientras nos llevaban el coche, que diferentes eran sus besos a los de aquel extraño, el amor debía ser la diferencia, pensé tratando de borrar aquellos recuerdos.


Llegamos a mi departamento y lo invité a subir, necesitaba apagar el fuego que me había estado consumiendo todo el día. Entramos tomados de la mano y cuando subimos al ascensor no pude contenerme y lo besé desesperadamente mientras acariciaba su pecho por encima de la camisa, al llegar al piso de mi departamento Brandon me miró de forma extraña.


– Pero ___, nunca antes me habías besado de esa forma – exclamó sorprendido.
– Te necesito – respondí con voz de niña pequeña – y te extraño.


Entramos a mi departamento y volví a besarlo frenéticamente mientras hacía que se sentara sobre el sillón y yo me senté encima de él y comencé a desabrochar su camisa con urgencia, Brandon me acariciaba la espalda, comencé a besar su cuello, en tanto llegaba al último botón de la camisa, cuando su movil sonó.


– No contestes – supliqué con la voz entrecortada.
– Puede ser importante – replicó tratando de alcanzar el celular en su pantalón.
– Si es importante volverán a llamar – insistí exasperada.
– Perdóname cariño, pero sabes que es mi deber contestar el movil sin importar la hora que sea.


Entonces, me senté molesta a su lado mientras recuperaba el compás de mi respiración y el latido normal de mi corazón. Me di cuenta que era Leonardo, su jefe, para recordarle de la importante junta que tenían al día siguiente a las ocho de la mañana. En cuanto colgó vi que abrochaba su camisa, yo me llevé una mano al cabello y lo hice para atrás.


– Perdóname mi amor, tengo que irme, mañana tengo que madrugar, la junta es en Nueva York y ya sabes cómo se pone el tráfico para allá.
– Dijiste que me recompensarías – exclamé furiosa cruzándome de brazos.
– Y lo haré, te lo prometo, Leonardo va a darme un par de días libres como recompensa al negocio que ayer cerré y viajaremos adonde quieras.
– Eso has venido diciéndome por los últimos seis meses y sigo esperando.
– Te prometo que ahora sí se hará realidad, tú sabes que trabajo por los dos.
– Lo sé, lo sé, es sólo que… ¿hace cuánto hicimos el amor?, ¿tres meses?, ya ni siquiera lo recuerdo – agregué frustrada, cuando íbamos en la universidad lo habíamos hecho más veces en una semana que las que lo habíamos hecho en el último año.
– Mi amor, te juro que yo también te extraño y te necesito en ese aspecto, pero tienes que comprender que de este trabajo tendremos todo lo necesario para casarnos y poder mudarnos de Canada.
– Lo sé y lo comprendo – dije resignada – que descanses y suerte en tu junta.
– Recuerda que te amo ___, por favor, eso nunca lo dudes – dijo tomando mi rostro entre sus manos.
– Yo también te amo – respondí.

Me dio un ligero beso en los labios y se fue. Yo me quede ahí, sentada en el sillón, resoplando, a pesar de que me sentía frustrada por el rechazo de mi novio, que prefería sus negocios antes de complacer a su novia aunque fuera por cinco minutos, lo que me tenía en realidad mal era el saber a quien era verdaderamente al que necesitaba y deseaba en esos momentos, así que me levanté y saqué el movil de mi bolso y decidida marqué su número, me importaba un reverendo pepino si pensaba que era una urgida que no podía conseguir una pareja de forma normal, mi cuerpo entero estaba reclamando, ansiando y deseando esos besos y esas caricias que me volvían loca por completo.


“El número que usted marco se encuentra apagado o fuera de cobertura.

– ¡Maldi*ción!


Grité aventando el movil al sillón llena de rabia pensando que esas caricias y esos besos que tanto necesitaba estaban siendo entregados a otra perfecta desconocida. Frustrada y resignada me metí a darme una ducha de agua fría....





martes, 15 de mayo de 2012

Ardiente Tentación: Capitulo 1

Un inesperado regalo!!!



Bajé del taxi, estaba lloviendo y corrí los pocos metros para entrar al edificio. El vigilante me saludó con una sonrisa, como siempre, se la devolví amable. Caminé al ascensor y apreté el botón para subir, de inmediato se abrió la puerta y entré, toqué el botón del piso 5 y esperé con cierta impaciencia el llegar a mi destino. Se abrieròn las puertas y rápidamente saqué las llaves de mi bolso, abrí y entré al departamento, miré el reloj y faltaba justo una hora para que Brandon pasara por mí, así que de inmediato me metí al baño y me di una rápida ducha. Terminé de arreglarme justo 5 minutos antes de las 8, salí de la habitación y me senté en el sillón a esperarlo. Me di cuenta que el botón de la contestadora estaba en rojo y parpadeando, señal de que tenía un mensaje, así que lo presioné y escuché la dulce voz de novio.



– ¡Feliz Cumpleaños ___!, mi amor, no sabes cómo lamento no poder llevarte hoy a cenar, pero, es imprescindible para la empresa que cierre hoy este contrato, representa muchos millones y por más que le supliqué a Ryan que enviara a alguien más no quiso, me reitero que sólo yo podía convencer al cliente, te prometo que te lo recompensaré, recuerda que te amo.



Cerré los ojos resignada y dejé caer mi cabeza en el respaldo del sillón, que inconveniente resulta que tu cumpleaños caiga en un martes y que la única persona que tienes cerca para celebrarlo tenga que cumplir con un compromiso laboral. Deseé en ese momento seguir viviendo con Mario, al menos tendría compañía, entonces recordé que odiaba muchas cosas de su ciudad y además no tendría el magnífico empleo que ahora tenía que, aparte de disfrutar, me permite darme varios lujos.



Me levanté del sillón y me dirigí a la cocina, busqué en la alacena de abajo y encontré una botella de vodka a la mitad, la saqué y la coloqué en la mesa, abrí el frigorifico saqué unos hielos, un zumo de naranja y de la alacena de arriba un vaso. Coloqué un par de hielos en éste, un poco de vodka y llené el vaso con el zumo.“Feliz cumpleaños ___”, me dije y alcé mi vaso, como brindando con el aire, y le di un trago considerable.



Me senté en una silla del comedor y puse un poco de música, era mi cumpleaños número 23 y lo estaba celebrando sola, lo que orilló a que hiciera un recuento de mi vida, a decir verdad, la gran mayoría de mis cumpleaños habían sido aburridos, a excepción de número 21 que Brandon me organizó una fiesta sorpresa. En general, mi vida era bastante monótona, centrada básicamente en mi trabajo y en mi novio, un importante corredor de bolsa que me dedicaba las pocas horas que su trabajo le permitía, en cuanto a amigas, sólo dos, una casada y la otra madre soltera, genial, no tenía opciones de con quién pasar este cumpleaños.
El sonido de mi telefono me sacó de esas cavilaciones, me levanté y tomé mi bolso que había dejado en el mueble junto a la puerta, empecé a buscarlo y entonces encontré con que entretenerme un rato, mi bolso era un completo desorden. Justo cuando tomé el celular dejé de sonar, era mi mamá Asley, al menos este año lo recordó, pero la verdad no tenía ganas de escuchar a mi alocada madre, así que volví a sentarme en el comedor y me preparé otro vodka con zumo..



Vacié todo el contenido de mi bolso sobre la mesa, había un gran surtido, entradas de cine, notas de restaurantes, servilletas, mentas, plumas, pintalabios, tarjetas, así que empecé a seleccionar lo que podría servirme y lo que era basura. De pronto, una servilleta con algo escrito llamó mi atención, era un número de movil y una frase escrita debajo, “Clave: ¿Estás libre esta noche?”, entonces recordé la conversación fortuita que había tenido con una chica en el baño de aquel bar al que fui con unos compañeros de la oficina tres semanas atrás. Ya con unas copas encima me quejé de la poca atención de mi novio, ella sacó una servilleta y anotó esos datos, “no te vas a arrepentir, sólo di la clave y entrarás al paraíso, el chico es un dios y te aseguro que te dejará sin sentido”.



Mire fijamente la servilleta, releí varias veces el número y la frase, era una locura, citar a un completo desconocido tan sólo por la inmensa soledad que sentía y, además con qué fines, no iríamos a cenar precisamente, esa chica me había dejado muy claras cuales eran las habilidades de su “amigo”, como lo llamó. ¿Y qué más daba hacer una locura en mi cumpleaños?, siempre he sido una chica muy correcta, ni siquiera me fui de excursion en la escuela y siempre tenía las mejores calificaciones, nunca les había dado un dolor de cabeza a mis padres y mi jefe siempre alababa mi sentido de la responsabilidad, así que al diablo con todo, tenía derecho a divertirme, además ya estaba maquillada y arreglada.



Nerviosa tomé mi telefono, digité los números, pero al momento de presionar el botón de llamar me acobardé y entonces terminé presionando el de colgar, repetí el mismo procedimiento varias veces mientras mi corazón se aceleraba con cada intento. Bebí el último trago de la bebida y me dio el valor que me faltaba, así que finalmente presioné el botón de llamar mientras sentía los latidos de mi corazón en la garganta y hasta podía escucharlos. sono una vez, dos, tres, pero, ¿en qué estaba pensando?, era martes y seguramente él tenía una vida y asuntos que atender, estaba por colgar cuando una hermosa voz aterciopelada me dijo -“hola”, me quedé muda, mis manos sudaban y creo que todo mi cuerpo temblaba por los nervios, -“hola”, volvió a decir el extraño ahora con un tono más sensual.
– ¿Estás libre está noche? – dije atropelladamente cerrando los ojos como si él me estuviera viendo.

– Sí, ¿en dónde nos vemos? – respondió y casi pude asegurar que sonreía.

– No lo sé, tú dime – no iba a citarlo en mi departamento, alguien podría verlo.

– ¿Te queda cerca el Hotel Rose Imperial? – muy conveniente, cómo no se me ocurrió.

– Como a 20 minutos – dije no muy segura, no lo identificaba bien.

– Te veo en el lobby en media hora, ¿te parece bien?

– Sí, claro – con suerte si el tráfico me lo permitía.

– ¿Cómo te reconozco?

– Mido como 1.60, cabello largo castaño y ondulado, ojos verdes, piel blanca y traigo un vestido negro asimétrico de manga corta, que me llega debajo de la rodilla, y yo, ¿cómo te reconozco a ti?

– Simplemente lo sabrás, en media hora te veo.



Escuche el tun, tun, tun que indicaba que él había colgado primero. Metí lo indispensable a mi bolso, como un labial, mi monedero y mis llaves, tomé mi abrigo y salí prácticamente corriendo. Mientras bajaba por el ascensor pensaba en lo que estaba a punto de hacer, era completamente insensato, una total locura, una cita en un hotel con un desconocido que igual y podría ser un psicópata. Pero ya lo había hecho y además mi número había quedado registrado en su celular, si no me aparecía seguramente me buscaría para reprocharme.



Tomé un taxi y le indiqué la dirección, exactamente 25 minutos después estaba yo cruzando la puerta del hotel, uno de cinco estrellas, por cierto, jamás me imaginé que ahí te alquilaran una habitación sólo por una noche. Tomé un gran respiro mientras caminaba nerviosa de un lado a otro, y, ¿si era una tomada de pelo?, ¿una broma?, la chica que me dio el teléfono sólo la había visto una vez en mi vida y por lo que recordaba ya estaba pasadita de copas. Definitivamente había perdido el juicio, estaba por salir del lugar cuando alguien susurró en mi oído.



– ¿Estás libre esta noche? – el sonido de su voz erizó mi piel.



Asentí con la cabeza, aquella intensa sensación que su aliento produjo en mi oreja no me permitió hablar y eso que todavía no me tocaba. Volteé y me encontré con el hombre más guapo que había visto jamás; alto, delgado, de piel blanca, ojos miel que parecían verdes, cabello corto desordenado y con una sonrisa cautivadora, vestía un traje negro impecable, en verdad era un dios. Me ofreció su brazo y nerviosa lo tomé. Caminamos en silencio al elevador. Subimos al piso 15 y recorrimos el pasillo hasta la última habitación. Deslizó la tarjeta y la puerta se abrió, me dejó pasar primero, además de guapo olía exquisitamente. Entro detrás de mí, encendió la luz y cerró la puerta.


– ¿Cómo me contactaste? – preguntó mientras yo caminaba al centro de la habitación.
– Una… amiga me dio tu número – no consideré buena idea decirle la verdad.
– ¿Te explico las reglas? – dijo con un tono de solemnidad.
– No… sólo me dijo la clave. – respondí volteándome y encarándolo.
– Bien, regla número 1, no nombres, no me dirás el tuyo ni yo te diré el mío; regla número 2, no preguntas personales, nada que pueda dar indicios de quienes somos en realidad, ¿entendido?
– Sí, no nombres, no preguntas personales – repetí como si fuera una alumna.

Se acercó a mí, mi corazón se disparó más de lo que ya estaba, me quitó el abrigo y comenzó a acariciarme un brazo con el dorso de su mano, como acto reflejo cerré los ojos, sentí como acariciaba el otro brazo con la yema de sus dedos, lo próximo que sentí fueron sus tibios labios recorriendo mi cuello mientras me sujetaba por la cintura, yo subí mis manos por su pecho y lo abracé por el cuello, estaba perdiéndome en sus caricias, ¿cómo era posible que un desconocido estuviera excitándome de esa manera?

Deslizó sus manos por mi espalda y bajo lentamente el cierre de mi vestido mientras sus labios subían por mi mentón hasta llegar a los míos, me besó despacio y suavemente, yo correspondí un tanto frenética, me estaban matando sus caricias y había deseado, como nunca antes, sentir su boca unida a la mía. Le quité el saco y lo tiré en el suelo, él comenzó a bajar lentamente mi vestido en tanto yo desabrochaba su camisa sin dejar de besarnos, el vestido cayó al suelo y yo levanté los pies para librarme completamente de él y lo aventé al igual que su camisa.

Entonces, él besó uno de mis hombros mientras sus manos desabrochaban el sostén y me lo quitaba por completo, besó uno de mis senos mientras acariciaba el otro con movimientos circulares, yo estaba ya jadeando y tenía mis manos enterradas en su cabello. Subió por mi cuello con besos cortos hasta volver a besarme en los labios y me dirigió hacia la cama, me tendió en ella y se colocó encima de mí, fue besando mi cuello nuevamente y siguió bajando por entre mis senos, continuó hacia mi ombligo y sentí como sus manos me quitaban la única prenda que me quedaba. Abrí la boca cuando sentí que besaba la parte más íntima de mi cuerpo, con las manos apreté el edredón y un fuerte gemido se me escapó que, incluso, me sorprendió, yo era del tipo silencioso en esas cuestiones, pero sus caricias me estaban enloqueciendo, de pronto sentí una fuerte corriente eléctrica recorriendo cada minúscula parte de mi cuerpo, estaba llegando al clímax, otro sonido escapó de mi boca y apreté aún más la colcha.


Mi respiración y mi pulso estaban a mil y trataba de controlarlos, vi como él se levantaba y terminaba de desnudarse, de su pantalón sacó un condón, le retiró la envoltura y se lo puso, al subirse a la cama acarició mis piernas con sus manos hasta llegar a la cadera, acarició mi pelvis y no sé qué botón encendió, pero sentí una fuerte necesidad de tenerlo dentro, así que abrí mis piernas y sentí como se introducía, me aferré a su espalda mientras él se movía constantemente besando alternadamente mis senos, jadeaba, pero, a decir verdad, mis gemidos eran los que inundaban la habitación, jamás había sentido lo que ahora estaba experimentando, aceleró sus movimientos mientras se apoyaba con ambas manos sobre la cama, pude ver completamente su rostro retorcido, mis manos subían y bajaban por su espalda mientras le suplicaba por más, sus movimientos se volvieron frenéticos y de pronto me envolvió una sensación totalmente desconocida y nueva para mí, era el éxtasis total, creo que hasta luces de colores pude ver. Se dejó caer rendido sobre mí, estábamos empapados en sudor. Cuando controló un poco su respiración, se acostó a mi lado, nos quedamos en silencio unos minutos, yo trataba de recobrar el aliento y el sentido de las cosas, entonces él se levantó de la cama.

– ¿Te vas ya? – pregunté casi con pánico.
– Sí – se dirigió al baño – pero tú puedes quedarte, la habitación ya está pagada – agregó.
– Espera… tú… – no supe como formular la pregunta para que no sonara personal.
– Regla número tres: no lazos afectivos – dijo y entró al baño.
¿Así que eso era todo? Sexo casual entre dos extraños, sin compromisos de ninguna índole, sin explicaciones ni interrogantes, sonaba sencillo y simple. Suspiré, sin duda alguna era el mejor cumpleaños de toda mi vida, sonriente y satisfecha abracé la almohada y me quedé profundamente dormida.

Ardiente Tentacion: Sipnosis.

Tres simples reglas a seguir:
#1 No nombres,
#2 No preguntas personales,
#3 No lazos afectivos.
Son las indicaciones que el desconocido
da a ____ en su primer encuentro, pero
¿Para ambos será igual de simple
seguirlas al pie de la letra?


Una Ducha Divertida: Capitulo 19 "FIN"

-Tú dirás… -Justin la observaba desde unos metros. _____ se sintió temblar.
Le temblaba el labio inferior y tenía cuidado de tenerlo sujeto para que él no se diese cuenta. Estaba nerviosa. Se sentía triste. No quería perderlo.
Sintió como si una música triste acompañara a sus sentimientos y quiso desahogarse llorando, tirándose en su cama, como cuando Javier la dejó. Dejar que las amargas lágrimas descendieran por sus mejillas hasta que se agotaran, hasta que el dolor desapareciese.

Pero en ese entonces se levantó, y decidió no llorar por un hombre que no la merecía. Jamás volvería a llorar por un hombre, se prometió. Pero ese “jamás” dejó de existir cuando supo que podría perder a Justin.

-¿Podemos ir a mi cuarto? –preguntó ella muy bajito.

-Preferiría que hablásemos aquí… -contestó Justin.

Vio como ella palideció ante la sequedad de sus palabras. Pero no iba a retractarse, la amaba con todo su ser, era en vano negarlo, aquella mujer había echo que se enamorase de ella, como jamás lo había echo de ninguna otra. Pero también le había dicho que no quería nada con él, y él, no era tan tonto como para quedarse solo en un cuarto pequeño donde había una cama, junto a la persona, que amaba y deseaba con todo su ser.

-Verás Justin… -las palabras fueron un suave murmullo, apagado y triste, y Justin quiso ir a abrazarla, a decirle que todo estaba bien, que serían amigos, que nada había cambiado…

…pero todo había cambiado, no eran amigos, y nada estaba bien. No podía acercarse a ella para abrazarla porque entonces tendía que besarla y hacerle el amor, ya que un simple beso no bastaría para apagar ese ardor que lo consumía.

-¿Qué pasa, _____? Podemos hablar otro día si lo prefieres, realmente tengo un poco de prisa.

-¡No! –exclamó ella- No –repitió moderando su voz- por favor, dame solo quince minutos.

-Está bien.

-Justin… -dijo su nombre en un suspiro- sé que he sido un poco… reservada.

¿Reservada? ¿Qué decirle? Había sido reservada, si, era cierto. También había mantenido sus sentimientos a raya. Y también había sido la mujer más ardiente, cariñosa y tierna que había arropado entre sus brazos. Y no entendía ese distanciamiento repentino.
-_____ –la animó a hablar, cuando vio que ella no seguía.

-Hace… uhm… -_____ tomó aire, y se dejó caer en el sofá. Lo estaba desesperando ¿Qué quería decirle? Se veía tan triste…- hace ocho años me dejaron plantada en el altar cuando iba a casarme con mi novio del instituto –soltó de pronto.

-¿Qué? –la pregunta fue instantánea.

_____ lo miró a los ojos, los de ella estaba brillantes, las lágrimas no derramadas brillaban en sus preciosos ojos.
-Será mejor que te lo cuente, todo. Más o menos es así, ¿vale? –él asintió- mis padres se divorciaron cuando yo tenía diez años. Según recuerdo, siempre se pelaban, jamás se habían dicho una palabra bonita, todo siempre fue griterío y peleas. Y mientras yo veía a mis padres, prácticamente, tirarse de los pelos, decidí que el amor era peligroso.

-Pe…

-Espera, no me interrumpas, por favor, solo quiero que me entiendas. Sé que cualquiera puede desmoronar mi historia, hay hijos de personas que ahora son personas casadas, felices, y tienen una bonita historia. Yo una vez pensé que podría tener mi historia… pero aún no llegamos a ese punto. Mi hermano, es cinco años mayor que yo. Cuando yo tenía dieciséis años, y él veintiuno, se casó. Con una chica con la que estuvo cuatro años como novios. Se les veía felices, por lo menos lo fueron como novios, pero al año de matrimonio se divorciaron…

-Uhm… -Justin hizo ese sonido analizando cada palabra que _____ decía con pena.
-El día que se separaron, mi hermano se vino a vivir de nuevo a casa, ese mismo día se emborrachó, y como mi padre trabajaba por las noches, me tocó a mi estar un poco pendiente de él… ¿sabes que me dijo mientras lo intentaba acompañar a la cama? –Justin negó con la cabeza- “Nuestra familia, _____, no está echa para ser feliz, jamás seremos felices si nos casamos, es mejor estar solos, el amor; no existe” Me pasé la noche entera llorando, yo tenía novio, y tenía sueños, pero mi hermano me los rompió con esa estúpida frase. Quizás fuera mentira eso que dijo… eso lo pensé después, cuando pude pensar. Pero ya había acabado con el chico que tenía de novio entonces.
-¿Me dejas decir algo? –pregunto él.
-No. Déjame terminar, por favor –él asintió- Justin… yo sé que puede que todo te suene a una mala excusa. A mi me lo sonó durante un tiempo. Cuando conocí a Javier, estuve ausente durante mucho tiempo. Mi madre no había sido capaz de encontrar a alguien con quien ser feliz. Mi padre tampoco. Mi hermano se volvió a casar… y se volvió a divorciar. Parecía que lo que había dicho, era real. Pero Javier me destruyó las barreras… ¿sabes? Me decía unas cosas tan bonitas que me sentía en el cielo estando con él, me tiró todos los muros. Me convenció de que me amaba, y yo me enamoré de él. Y entonces pensé “puedo ser feliz” “él me hará feliz”.
» Un día… -continuó ella- después de casi dos años de noviazgo, me preguntó si quería casarme con él. ¿Sabes? Sentí muchísimo miedo, pero; le dije que si. Lo amaba, él me amaba. Todo iba a ir bien. Pusimos una fecha, yo tenía dieciocho años, y vivía en un cuento. Solo me bastó ir a la iglesia para que ese estúpido cuento cayera roto a mis pies. Justo antes de que desfilara por el pasillo, él llamó a mi puerta, a la puerta de la sala en la que yo estaba arreglándome para él. Entró nervioso y entonces yo supe que algo iba mal… intenté mirar a otro lado diciendo que si cerraba los ojos y los volvía a abrir, tan sólo tendría que recorrer el pasillo para acabar teniendo mi final de cuento. Pero no hubo pasillo. Nada que recorrer. Porque él no quería casarse conmigo. “_____… siento mucho haberme dado cuenta tan tarde… pero, pero creo que esto es una locura… somos demasiado jóvenes” me dijo. ¿Jóvenes? Le quería preguntar por qué no pensó en eso cuando me preguntó “¿Quieres casarte conmigo”


-¿No lo hiciste? –preguntó él mirándola a los ojos.
-No –dijo ella- tan solo asentí y dejé que se fuera. ¿Para qué me iba a molestar? Ya nada me importaba. No volví a mi casa porque mi padre no me hablaba, me dijo que iba a hacer una tontería, ni siquiera vino conmigo a la iglesia, y al final, llevaba razón.
»Antes te dije que, si mi padre no había encontrado a alguien con quien ser feliz, ni mi madre, ni mi hermano, el que se ha casado cuatro veces, yo creía que tampoco podía serlo… yo pensé eso durante un tiempo. Lo descarté cuando conocía Javier, pero es que él fue el que me dio todo lo que me faltaba para creer en las palabras de mi hermano. Mi familia, no estaba destinada a ser feliz. Justin… yo no estoy destinada a ser feliz. Por eso no puedo estar contigo… eres demasiado bueno, eres simplemente demasiado para hacerte infeliz. Y conmigo solo logarás eso; ser infeliz.

-¿Pero que dices, _____? –preguntó él impactado por sus palabras.

-Solo quería contártelo todo para que supieras por qué te dije que no quería nada serio… quería que me entendieras.

-_____… te entiendo.
-Bien –dijo ella- siento si te he aburrido… pero necesitaba contártelo.
-¡No me has aburrido! –dijo él- yo te he escuchado. Y ahora quiero que me escuches tú a mi –_____ asintió- Te amo –dijo él, y a ella se le derramó una lágrima. Justin se acercó a ella y la abrazó- Te amo –repitió- Te amo, te amo, te amo.

-Justin –gimió ella echándose a llorar.

-Te amo, _____. Tu padre no habrá podido ser feliz, tu madre tampoco, ni tu hermano. Pero yo sé que tú si puedes ser feliz, porque yo te amo, y porque tu me amas, porque juntos vamos a ser felices.
-Eso no lo sabes.

-Si que lo sé. Quizás tu familia no es capaz de encontrar a alguien a quien amar y que los amen. No lo sé, tú tampoco. Y sinceramente; no me importa. Sólo me importas tú. Tú amor.

-¿Mi amor?

-Tú amor –dijo él nuevamente- ¿por qué me amas, verdad?

-Con toda mi alma –susurró ella- pero…

-No hay peros que valgan. No te voy a pedir que te cases conmigo -_____ sonrió- porque no quiero que salgas huyendo. Pero que no te lo pida ahora no quiere decir que no te lo pida algún día. Y si no quieres casarte en ese momento, seguiré esperando a que llegue el día que me quieras decir que sí.

-¿Por qué eres tan bueno? –preguntó en un susurro la castaña.

-Porque te amo.

-Y yo a ti –murmuró ella.

-Dímelo, _____.

-Te amo, Justin, te amo…
-Bien –susurró él, y la besó con cariño, atrapando los dulces labios de la joven entre los suyos, deleitándose de su sabor- ahora quiero proponerte algo…

-¿Qué? ¿No dijiste que no me ibas a pedir matrimonio?

-Por ahora… pero no es eso.

-¿Entonces?

-¿Te quieres venir a vivir conmigo? –preguntó él con el corazón en un puño- tendrías tu propio baño y no te interrumpiría.

_____ rió con lágrimas en los ojos.
-¿Y si te cansas de mi?

-Nunca.

-¿Te despertarás a mi lado?

-Como si estuviéramos casados… -_____ tembló y él la abrazó antes de besarla.

-Si, Justin… si quiero –dijo ella en un susurró junto a sus labios.

-Algún día –prometió él- haré que me digas esas mismas palabras, para poder hacerte la señora Bieber…

-Ya soy tuya –murmuró _____.

-Lo sé, pero te quiero para siempre.

-Lo soy para siempre…
?
20

El agua caía por su cuerpo recorriendo cada trozo de su piel, las manos de su novio, perseguían las gotas de agua, _____ echó la cabeza hacía atrás, cuando Justin masajeó sus senos antes de pellizcar sus pezones.
-Uhm… -murmuró él junto a su oído antes de atrapar el lóbulo de su oreja y besarlo- ¿te diste cuenta, que al final si que me invitaste a tu ducha?

Ella intentó reírse, pero fue un ronco gemido lo que escapó de sus labios.

-Te colaste en mi baño… me dijiste que tendría un baño para mi sola, pero no paro de compartirlo.

-¿Tiene usted queja, señorita?

-Ninguna –gimió _____ cuando uno de los dedos de Justin se enteró en su húmedo interior.

-Eso pensaba…

Justin sacó el dedo que tenía en el interior de _____ para acariciarla por todo su sexo, ella suspiró aferrándose a sus hombros para no caer, sobre todo cuando comenzó a acariciarle el clítoris haciendo círculos a su alrededor.

-Jus… tin –jadeó cuando él tomando su miembro comenzó a presionarlo contra su entrada- haz… hazme el amor –rogó ella.
-Uhm… -¿Cómo podía ser tan malditamente endiablado?

-¡Hazme el amor! –exigió ella.

-Uhm… -repitió él.

_____ tomó el miembro de Justin, rodeándolo con su mano, para dirigirlo a su entrada. Pegada a la pared como estaba, subió una pierna para rodearle a Justin un poco la cintura, no pudo subir la otra porque él no se dignaba a ayudar por muy excitado que estuviera. Tomando el control, hizo que él entrara en ella unos cortos centímetros. Ambos gimieron, y ella balanceó sus caderas, para que él se deslizara totalmente en su interior.

Pero no lo consiguió. Justin salió, y puso a _____ de cara a la pared. Su gran mano, caliente se posó en el muslo de ella, muy cerca de su sexo pero sin llegar a tocarlo, con la otra mano comenzó a acariciarle los senos.
-¿Es que no me vas a responder nunca? –preguntó.

-¿A qué? –consiguió responder ella, con poca lucidez.

-Llevas mi anillo puesto –contestó él.

Aquel anillo se lo había entregado cuando su segundo aniversario había llegado, dos años juntos, sin matrimonio, sin ningún papel que confirmaran que era el uno del otro. Se lo había dado con todo el corazón, y con el mismo corazón en la mano le había dicho al ver sus ojos bien abiertos.

-No quiero una respuesta, no quiero nada. Solo que lo guardes, y cuando estés preparada, póntelo y sabré que quieres casarte conmigo.

_____ lo había guardado; tres semanas. Ahora lo tenía puesto en el dedo. Lo amaba, él la amaba. Siempre estarían juntos.

-Creo que es bastante obvia la respuesta –contestó ella disfrutando de las rítmicas caricias de él.

La mano de Justin acarició su espalda hasta llegar a su trasero el cual acarició antes de separarle las piernas, acarició la entrada de su vagina, húmeda, cálida, preparada para él.

-Pensaba que me ibas a hacer esperar más –dijo él colocándose en su entrada.

-Quiero estar contigo Justin… siempre.

-¿Siempre? –preguntó él con una enorme sonrisa.

-¡SIEMPRE! –gritó ella cuando él la embistió.





Justin rió roncamente, mientras se deslizaba dentro y fuera en su húmedo interior, notando como ella temblaba y sus paredes lo arropaban, abrazándolo con fuerza.
Posó la mano en el vientre de _____ mientras entraba y salía de ella, le acarició toda la piel de su vientre descendiendo hasta llegar a su sexo, el cual acarició levemente antes de alcanzar su botón sensible, el que ansiaba sus caricias, con un lento y rítmico ritmo, comenzó a tocarla lentamente, mientras le hacía el amor. Ella se movía contra él.
Y a las puertas del orgasmo, comenzó a balancear las caderas con fuerza, el agua recorría sus espaldas, pero el calor era intenso.

-¿Me amas? –preguntó él.

-¿Tú que crees? –preguntó ella a su vez, jadeante.

-Quiero oírtelo, cariño, quiero oírtelo decir.

-¡Te amo! –gritó ella.

-¿Y quieres casarte conmigo? –gimió él.

-Llevo tu precioso anillo… -respondió ella.

-¿Quieres casarte conmigo? –volvió a preguntar él. Y _____ gritó cuando él la embistió con fuerza, sus paredes palpitantes se contrajeron con fuerza, los primeros espasmos del orgasmo sacudieron su cuerpo, y él solo tuvo que empujar una vez más, para que ella alcanzara el clímax. Justin la siguió sin poderlo evitar.

Sudorosos, agotados y satisfechos, se dejaron caer hasta quedar sentados bajo el agua.
El único sonido era el del agua caer, y el de sus respiraciones agitadas. Al cabo de unos minutos, ella se sentó sobre él.
-Si, si quiero –dijo ella.

Él le sonrió.

-¿Sabes que te amo? –preguntó.

-Como yo a ti…

-Uhm… -_____ se rió.
-Te amo –dijo él- y te dije que algún día me dirías que si.

_____ se rió y lo besó dulcemente, mientras lo abrazaba. Había dicho que si, y estaba segura, de que

ahora, si tendía su felices para siempre.















FIN

lunes, 7 de mayo de 2012

Una Ducha Divertida: Capitulo 18


El vestido no era extravagante, pero a ella le encantaba, después de mirarse por enésima vez al espejo, respiró profundamente, y se aferró al ramo de novia, se dirigió a la puerta, sólo tenía que esperar a que tocaran, para ir por ese pasillo.
Se sentía la princesa de un cuento. La protagonista feliz. 
Se sentía… 
Alguien tocó la puerta, y ella supo que era el momento de salir a recorrer ese enorme pasillo. No había mucha gente, tan solo algunos amigos, nadie más. No necesitaban a nadie más, su padre se había negado a asistir a aquella tontería. Decía que era muy joven para cometer semejante estupidez. 


Pero a ella no le parecía estúpido, se iba a casar con el hombre que amaba, y tener dieciocho años no era un impedimento. 


Cuando se disponía a salir de aquel cuarto, para encontrarse con su futuro marido, la puerta se abrió antes de que ella saliera. Javier entró en la sala, y la miró a los ojos fijamente.

_____ se asustó.

-Javier –dijo- ¿Qué haces aquí? Deberías estar esperándome en el altar –bromeó. 


-Uhmm… _____, tenemos que hablar. 


El corazón se le paralizó, el dolor volvió a inundarle el pecho, le costaba respirar. _____ abrió los ojos de pronto y se sentó en la cama, su cuerpo estaba bañado en sudor y se sentía triste y ansiosa. 


¿Dónde estaba el aire? Quería respirar con normalidad. Al cabo de unos segundos se relajó. Javier no era nadie, ya no le importaba en absoluto aquel hombre. Era bien cierto que había sufrido. 


Aquel dolor insoportable le había apretado el corazón años atrás, y le había echo imposible confiar en los hombre… bueno, había sido imposible hasta que había llegado él. 


Justin. 


Los ojos se le humedecieron y quiso llorar. Odiaba a Caitlin. La odiaba por recordarle y hacerla reconocer que se había enamorado de Justin. 


Ella no podía enamorarse. Él se cansaría de ella, como habían echo todos. Nadie la querría nunca. 


Respiró hondo.

-Lo vas a perder, _____ –la voz de Caitlin resonaba en su mente.

-¿Y? –preguntó intentando parecer indiferente.

-¡¿Y?! –rugió su bella amiga de ojos azules- ¡vamos a ver, _____! ¿eres tonta o te lo haces?

-Gracias –contestó _____ irónicamente.

-¡De nada! –gruñó Caitlin enfadada- Mira _____… sé que en el pasado te dañaron, sé que te rompieron el corazón, pero ¡por dios! Una desilusión la tiene cualquiera… ¡yo también fui desilusionada! Como la gran mayoría de las mujeres. 


-Ya…

-¡Si, ya! No razonas, no piensas. ¿Por qué no dejas de ser egoísta y piensas en los demás?

La cara de la castaña palideció. ¿Egoísta? ¿Ella egoísta? ¿Qué tenía de malo querer proteger su corazón?

-Caitlin… no soy ego…

-¡Si! ¡Lo eres! Tu corazón destrozado. Tú corazón herido. Tú, tú, tú. ¿Y mi hermano? ¿Y su amor? ¿Lo vas a tirar por un estúpido temor? De verdad, me creía que eras más valiente que eso… pero me confundí contigo. Y aunque te sigo queriendo porque eres mi amiga, también Justin es mi hermano… y sin pensar en él, tú, me has desilusionado… creía que luchabas por lo que querías.

-¡Miierda Caitlin! –gritó _____ con lágrimas en los ojos- ¿Por qué ******* no me entiendes? ¿Por qué? –gimió cayendo en la cama.

-Te entiendo _____… -dijo su amiga- pero eso no explica lo que haces.

-No quiero sufrir…

-El que no arriesga no gana –recitó su amiga. 


-Quizás no quiero ganar…

-Eres tú la que se va a quedar sin él, recuérdalo. 


-Déjame Caitlin –gimoteó. 


-Me voy, _____ ...porque no tengo más que decirte. Pero te informo de que mi hermano se va en un rato, lo entretendré un poco más, pero no mucho. Acuérdate.

?_____ jadeó con el corazón acelerado. Quizás Caitlin tenía razón. No, quizás no; la tenía. Ella era una egoísta. Sólo pensaba en si misma. ¿Tenía eso algo de malo? Quizás…

No, quizás no. Si, tenía mucho de malo. 


Se había pasado tiempo, quizás demasiado, intentando huir de las emociones. Siempre había aparentado ser una persona divertida, simpática. En realidad lo era, pero… todo había salido más a la luz cuando él había aparecido.

Despertando todo tipo de sentimientos, aquellos que nunca más había querido experimentar. Aquel, que era fuerte y potente.

El amor. 


Un amor intenso que en ese momento le inflaba el pecho. La hacía respirar agitadamente, y la hacía sentirse ansiosa. 


Justin la había enamorado. Ella estaba enamorada de él. Y él de ella… 


¡Tenía que hacer algo! ¡Ya! No podía dejar que se fuese. Quizás lo había perdido, pero al menos… al menos le debía una buena explicación de por qué se había comportado como lo había echo.

Era lo menos, que él se merecía.

-Ya me voy, Caitlin. 


-Pero Justin –se quejó la rubia.

-Me tomé el café, después me he bebido el otro que me has servido. He probado las galletas que has preparado, y también las magdalenas que trajiste, si no fuera porque sé que soy humano, pensaría que me intentas engordar para venderme. 


Caitlin rió, y Justin sonrió con tristeza.

-No intento engordarte, solo que… me da pena que te vayas.

-Caitlin… estoy a veinte minutos en coche.   


-Muy lejos –dijo la rubia- antes sólo tenia que asomarme a la habitación de _____. 


Justin dio un respingo. _____… por dios, le dolía oír su nombre. No sabía que había echo esa mujer, que le había echo, que se había enamorado de ella hasta las trancas… 


-Uhm… -el ruido que hizo él fue lo único que se oyó, Caitlin sabía que había metido un poco la pata. Pero confiaba en que su amiga solucionase lo que había estropeado, por el bien de los tres- ahora si quieres algo, me llamas. 


-No es igual… -se volvió a quejar.

-Por favor Caitlin, no lo haga más difícil, ¿vale? 


Su hermana suspiró. Y él se dejó vencer un poco más.

-Como quieras… 


-Me voy ya –repitió.

-Uhm… está bien…

Justin abrazó a su hermana, y sintió como ella se le pegaba a él, mientras abrazaba a la rubia que le frotaba la espalda dándole ánimos, pensó en la castaña que no estaba allí presente, quizás debería de ir a despedirse de ella. 


Podrían ser amigos.

Una mueca se dibujó en su boca. ¿Amigos?

Una puerta se abrió, y apareció _____ con la respiración agitada.

-¡Menos mal! –dijeron las dos chicas a la vez, y se miraron, luego las dos miraron a Justin.

-Bueno… eh… será mejor que os dejo solos –dijo Caitlin. 


-¿Podemos hablar? –preguntó la castaña cuando su amiga se fue.

-¿De? –sin poderlo evitar, él saltó a la defensiva, ella sonrió tristemente. 


-Creo que te debo una explicación.